El cuervo y el zorro, de Félix María de Samaniego | Poema

    Poema en español
    El cuervo y el zorro

    En la rama de un árbol, 
    bien ufano y contento, 
    con un queso en el pico, 
    estaba el señor Cuervo. 
    Del olor atraído 
    un Zorro muy maestro, 
    le dijo estas palabras, 
    a poco más o menos: 
    «Tenga usted buenos días, 
    señor Cuervo, mi dueño; 
    vaya que estáis donoso, 
    mono, lindo en extremo; 
    yo no gasto lisonjas, 
    y digo lo que siento; 
    que si a tu bella traza 
    corresponde el gorjeo, 
    juro a la diosa Ceres, 
    siendo testigo el cielo, 
    que tú serás el fénix 
    de sus vastos imperios». 
    Al oír un discurso 
    tan dulce y halagüeño, 
    de vanidad llevado, 
    quiso cantar el Cuervo. 
    Abrió su negro pico, 
    dejó caer el queso; 
    el muy astuto Zorro, 
    después de haberle preso, 
    le dijo: «Señor bobo, 
    pues sin otro alimento, 
    quedáis con alabanzas 
    tan hinchado y repleto, 
    digerid las lisonjas 
    mientras yo como el queso». 
    Quien oye aduladores, 
    nunca espere otro premio.