Al acertar es imposible escoger lo heredado, señalar el amor que nos viene encontrado. Cuántos dedos son, sin haberlos tocado, meses que el mar deshizo en naufragios.
Cinco espigas hornadas al verano, agitadas al viento y flotando, quedando y migrando al sur de los delicados años en boga destreza de estados.
Es tú, tacto tan similar y adverso, tan certero y contrario. Sólo tú, los lados anversos de esta piel de cambiantes abstractos.
Es esa mano alzada dibujando a futuros en este teatro de recorridos palmados. Siamesa suavidad de esfera que no aflige y adora los pasos hacia lo ajeno y cercano.
No estamos ofrenda ni premio. Son las manos, éstas, tan así, las solas saben cómo cercarnos.
El interés de la deuda soberana no cabe en un poema. La poesía es infantil frente a dos puntos de la prima de riesgo, el descenso de la demanda agregada o la eficiencia de nuevos mecanismos de esperanza.