Son frías estas almas de piedra haciendo cola. Sospechan dentro de diminutos bolsos de las miradas largas.
Pagan fríamente, acorde a sus frías demandas. Han comprado grasa, vanas esperanzas congeladas, algunos desinfectantes para almas (que no quieren) y una colección de deseos, por si vuelven.
Son frías y bien ordenadas estas obradas almas sin obra.
Los condenados deciden libres su última cena en este frío invierno de condenas compartidas.
¿Está usted loco? Loco está usted, loco, usted está usted, y yo no le digo nada. Quien diga lo contrario loco miente usted, está usted, usted está y yo soy el loco. Para estar hay que creer. ¿Loco? Espere usted.
Transcurrir en banquete o hambruna, vida requerida, dulce, insatisfactoria, limitada a intermitencias como lo está una cucharilla: liviana, ligera sólo contiene lo que no rebosa, agujero en potencia.
No puedo quitarme, no puedo sacar de mi cabeza la memoria flácida y marmórea carne más allá de esta frontera epidérmica que una viva imagen de muerte ignora.