Si usted no tiene una cuenta en Suiza
no entenderá este poema,
no entenderá las noticias,
las causas de la guerra,
las semanas de siete días.
Porque si usted no tiene una cuenta en Suiza
no es nadie. No está invitado a la fiesta.
Le servirá de poco vocear las condiciones climáticas,
conocer el interés de la deuda o la longitud del riesgo,
los costes de la llamada o su anchura de pecho,
el largo de chaqueta o su contorno de cuello;
el producto interior cero en sobres cerrados allende los impuestos.
Yo no tengo una cuenta en Suiza
pero me gustaría ocultarla.
Me gustaría barajar las cartas, partir el bacalao,
transferir la divisa según la franja horaria,
estafar con el reglamento en la mano, explotar una burbuja;
con una nariz anónima oler el mercado negro,
especular con el precio del precio
hasta que no cupieran los ceros en un cheque en blanco.
Si usted no tiene una cuenta corriente en Suiza
debería tenerla, vacía,
para entender este poema.
Llueve a cántaros.
La piel es como un cristal.
Vida en cascada.
Paisaje y compañía
dispersos en la memoria.
El rastro de las caricias sobre
el vaho de lo inconfesable.
No preguntes por qué, pero me cuesta, me duele
cerrar cualquier libro por su verdad final.
Me exaspera la finitud sabida de cualquier gran historia,
el veinte por ciento abierto o cerrado de par en par.
A veces creo que he nacido para mirar al vértigo a los ojos.
Casi sin darme cuenta, estoy empezando a rechazar moralmente a aquellos que consideran que el reloj marca las dos. En realidad, nunca son las dos. Los rechazo como seres inconscientes, aduladores de la banalidad y cíclicamente hipócritas, a conveniencia periódica.
Los hay que no pueden dejar de fumar,
los hay alcohólicos y cada siete días,
los hay adictos a la coca, a la heroína,
a la próxima forma de evadir o alucinar.
El ángel ya no me mira
a los ojos a la cara.
El ángel utiliza cola blanca
para sus plumas gallináceas para vuelo.
Somos diferentes.
La memoria está poblada
a bocajarro. Como aquel
vietnamita, como aquel 2 de mayo.
Dos formas de enfrentarse,
solicitar la certeza del terror:
“¡No me mates!”, “¡Mátame!”;
dos formas de despedirse,
expulsar un ayer definitivo.
Ni es
blanco, negro
erróneo, eficaz
propio, ajeno
mudo, locuaz
esfuerzo, recreo
ciego, perspicaz
pulcro, obsceno
no es
el amor
núcleo del ser,
todo lo demás
Hay quienes cobran la baja
mientras trabajan,
y quienes trabajan
pero nunca cobrarán paro.
Hay quienes se dan de alta
y no trabajan
y quienes son pobres y/o trabajan
y/o como esclavos
y/o sin contrato.