Son frías estas almas de piedra haciendo cola. Sospechan dentro de diminutos bolsos de las miradas largas.
Pagan fríamente, acorde a sus frías demandas. Han comprado grasa, vanas esperanzas congeladas, algunos desinfectantes para almas (que no quieren) y una colección de deseos, por si vuelven.
Son frías y bien ordenadas estas obradas almas sin obra.
Los condenados deciden libres su última cena en este frío invierno de condenas compartidas.
Desde que no está he desarrollado la facilidad espontánea para llorar. La memoria tiene la cola muy larga, ahora la vida es más y más estrecha. De repente, me nublo por dentro para no encharcarme de culpa. Agacho la vista hacia los azulejos