Para que me escriba un poema
he soltado el lápiz,
me han arrastrado los pies hasta mi puerta
de lo bello: frágil.
Vida es lo breve, lo otro es leve.
Apenas copos de clima hermético
en este piélago acristalado. Este
trágico. Presuntuoso agitar de nieve.
¿Qué sujetan estas manos?
¿Qué guardan, qué sostiene?
Para que me escriba,
me he cortado los dedos
y la lengua, me han mutilado
los dulces labios y la escasa vista.
Esto soy, se supone, lo que respira.
El amor, cierta edad, tan deprisa.
Volver es llegar tarde, irse
a ningún sitio es quedarse.
Para que me escriba,
me he propuesto escribir sobre ella
una poesía verdadera.
Mientras tanto, mientras
este extraño poema me escriba
mientras su poesía quiera.