Ni los sabios son inmunes a la ignorancia
ebria en dirección contraria.
La lectura, el pensar, la palabra;
inversiones del alma que no desgravan
ni cubren el coste del mañana.
Algo, quizá, aligeran la deuda temprana;
tal vez, si acaso, ejercitan silencio y buen habla.
Cosas tristemente innecesarias
para construir una casa,
para pagar una casa,
para derribar la casa.
Se aprende más de una bacteria
que de mil farsantes de izquierda-derecha-izquierda.
Se siente el calor de una estrella
cuando se apagan las velas...
... y la normalidad es de cera.
Los normales
compran porque no tienen,
conservan porque no venden,
venden porque no quieren.
Normalmente, a los normales
no les gusta vivir
viciando el aire,
talando árboles,
asfixiando mares.
Los normales sólo quieren ser más normales
que el salario mínimo
y los beneficios sociales.
Quieren ser plenamente normales:
rozar la exosfera con dedos de humo,
derribar un bosque de un soplido,
beberse el río de un trago
y recibir los elogios de sus normales.
El saber, sabiamente nos hace diferentes
a cada segundo, más ajenos, más distantes
de los maniquíes de escaparate.
Los diferentes no sueñan con ser normales,
aspiran, humildemente, a que sus diferencias
hagan a otros diferentes.
Desmembrarse,
padecer el sentimiento retráctil,
sumirse en una voracidad de atalaya,
claudicar de la humanidad frágil.
En el fondo
sólo quieren descendencias millonarias,
rascacielos de transparencias a fuera.
Uno empieza antes de esperar
que de sí surjan los motivos,
las guías, los objetivos a financiar.
Uno jugando a ser uno mismo
aprende los turnos, las cifras del azar
no exento del éxito de la probabilidad.
Nadie vendrá a salvarnos.
Ninguna esfinge nos dirá si hemos acertado
antes de afilar su ingenio.
Los corruptos no comparten método
ni criterio con los justos.
No reparten tampoco el triunfo
que a los propios es ajeno.
1. Una vez me enamoré
1. 1. No hablaba mi idioma
1. 2. Decidí callar
1. 3. Ahora la amo entre mis dedos
1. 4. Sus ojos son de primavera
Búscame ahora que tenemos en común
esta dulce sensación calórica
del sol en la piel los días de invierno.
Ahora que nuestras palabras no son tan ajenas,
ni tan nuestras siquiera.
No me gusta esa casa.
Hace un tiempo dejó de existir,
sin embargo sigue ahí delante.
Esta noche estoy solo.
Trayectoria intransitiva
sumergido absurdo,
espejo roto blando húmedo.
Esta noche estoy.
Formulario ex profeso.
Residuo quedo
de la constancia.
Creo que la amo. No hay nada parecido a la seguridad en el amor. Hay alas, hay vuelo, pero el imperio de la gravedad sigue a merced de la experiencia. Los errores pesan. Hasta que llega una luz, con su mirada nítida y me imagina.