El ángel ya no me mira a los ojos a la cara. El ángel utiliza cola blanca para sus plumas gallináceas para vuelo.
Ya no vuela, ha nacido el angelical artificio semitransparente semipiel semimanos, sé-mis-alas ya no me mira, me despelleja con su ojo de cristal su diana de contrato.
En la última página de los libros sagrados no están las soluciones.
Para volar, el ángel innecesario necesita licencia y espacio aéreo.
Hay quienes cobran la baja mientras trabajan, y quienes trabajan pero nunca cobrarán paro. Hay quienes se dan de alta y no trabajan y quienes son pobres y/o trabajan y/o como esclavos y/o sin contrato.
El interés de la deuda soberana no cabe en un poema. La poesía es infantil frente a dos puntos de la prima de riesgo, el descenso de la demanda agregada o la eficiencia de nuevos mecanismos de esperanza.
Era mucho más fácil Lo más fácil era soltarlo todo y echar a volar, sin avisos, sin maletas, sin sombrero, sin alas, sin hambre de carnicero. Era marcharse a cualquier otro lugar inevitablemente dentro de este sitio.