Nadie vendrá a salvarnos.
Ninguna esfinge nos dirá si hemos acertado
antes de afilar su ingenio.
Los corruptos no comparten método
ni criterio con los justos.
No reparten tampoco el triunfo
que a los propios es ajeno.
Al primer cuarto del veintiuno
España es un atraco de cien años,
a merced del préstamo usurero
al amparo del político-esperpento.
Alternancia de los chupópteros nacionales,
simultáneo pillaje de regionales y alcaldes;
los clanes, las tramas, los reales;
las casas, desahucios, los crespones.
Nadie vendrá a salvarnos.
La justicia peca en los pecados mayores;
dispone apenas de las minutas
del ladrón a su alcance.
La mentira normaliza en las portadas
que la verdad llega siempre tarde.
Juego de niños: chivato culpable.
Sentencia austera si el fiscal se atreve
a dudar de los fundadores
a manos llenas tras el acorde.
No vendrá a salvarnos
ni el rubor de los corderos
ni el rugir de los militares.
También podemos subir al monte,
cultivarnos como quien se hace el valiente,
a esperar, otra vez, que la historia entierre
lo que el miedo a tiempo no juzgue.
Todo ha sucedido más rápido
de lo esperado.
La bala atravesó su cabeza
antes incluso
de que la gota de sudor
o lágrima, no se sabe,
impactara
contra el suelo.
Antes incluso
que el barro.
“Disculpe señor ministro
pero es usted un cabrón”.
La sala parecía estar de acuerdo,
hasta el mismísimo presidente
callaba a favor. “Lo es”,
empezó a decir, “ministro
esperanzador. Es usted
sin duda un gran cabrón,
si no el mejor”.
Tengo que ir.
Todavía no he ido.
Tengo que ir pronto.
Enfrentarme solo
a su espacio fértil
amplio como un silencio
y sonreír agradecido
a su palabra de tierra.
Estar.
Estar con ella.
Como efecto de esta sociedad
puedo decir y digo sin reparo,
en efecto, soy fracaso.
Soy minoría lleno de miedos,
enemigo del odio equivocado;
de pulgas, a perro flaco.
Yo significa espejo.
Una ciudad habitada por tantos
sujetos abiertos,
a veces, omitidos a un párrafo.
Al acertar es imposible escoger lo heredado,
señalar el amor que nos viene encontrado.
Cuántos dedos son, sin haberlos tocado,
meses que el mar deshizo en naufragios.
Aún no se conoce la forma de la vida,
si todo proviene de un continente
que no es hongo, animal o planta;
cómo era la primera procariota
que guardó el alma dentro de su cuerpo,
No me gusta esa casa.
Hace un tiempo dejó de existir,
sin embargo sigue ahí delante.