Ahora es cuando toco a tu puerta, tras el sonido un temblor me recorre las piernas.
Un silencio más largo aún que las horas de sueño perdidas soñando este apretado silencio.
Ahora es cuando pulso y espero con mil frases sin memoria, ahora es cuando suena, ahora es cuando bajas, sin saberlo, con tu beso temblando en mi boca.
“Disculpe señor ministro pero es usted un cabrón”.
La sala parecía estar de acuerdo, hasta el mismísimo presidente callaba a favor. “Lo es”, empezó a decir, “ministro esperanzador. Es usted sin duda un gran cabrón, si no el mejor”.
Ahora tienes que decirlo, bien alto y bien claro. Decirlo bien, nada de susurros de altavoz descabezado. Como tú sabes. Ya saben de lo que eres capaz cuando te escondes.
Al acertar es imposible escoger lo heredado, señalar el amor que nos viene encontrado. Cuántos dedos son, sin haberlos tocado, meses que el mar deshizo en naufragios.