Ramas esculpidas bajo mármol,
lluvia entre cascadas de sables,
sombras hundidas en el barro.
Desde entonces soy rayo latente.
Antes encina, nogal, a veces sauce.
Ahora me quedo fuego, impotente.
Desmembrarse,
padecer el sentimiento retráctil,
sumirse en una voracidad de atalaya,
claudicar de la humanidad frágil.
En el fondo
sólo quieren descendencias millonarias,
rascacielos de transparencias a fuera.
Las balas hacen las veces de muerte
o tapones para sonidos
que duermen bajo las nubes de nitrato y azufre.
En lo triste
quieren seguir ganando a pesar y después,
más allá, mientras tanto...
el hambre.