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  • Definiendo el amor, de Francisco de Quevedo | Poema

Definiendo el amor, de Francisco de Quevedo | Poema

  • joanmoralocutor
  • Poesía Recitada -Tomás Galindo-
  • Poema en español(solapa activa)
Poema en español
Definiendo el amor

Es hielo abrasador, es fuego helado, 
es herida que duele y no se siente, 
es un soñado bien, un mal presente, 
es un breve descanso muy cansado. 

Es un descuido que nos da cuidado, 
un cobarde con nombre de valiente, 
un andar solitario entre la gente, 
un amar solamente ser amado. 

Es una libertad encarcelada, 
que dura hasta el postrero parasismo, 
enfermedad que crece si es curada. 

Éste es el niño Amor, éste es tu abismo: 
mirad cuál amistad tendrá con nada 
el que en todo es contrario de sí mismo. 

Francisco de Quevedo

Francisco de Quevedo (Madrid, 1580 - Villanueva de los Infantes, 1645) estudió en las universidades de Alcalá de Henares y Valladolid, ciudad en la que empezó a nacer su fama de gran poeta, para luego continuar su formación y sus trabajos como literato y traductor en Madrid en 1606, de entre los que destaca la primera versión en nuestra lengua de la obra de Anacreonte, encargada por el duque de Osuna. De su mano, participó como secretario de estado en las intrigas entre las repúblicas italianas en 1613, lo que le valió para ingresar como caballero, tres años más tarde, en la Orden de Santiago. Contemporáneo de Lope de Vega o Luis de Góngora, se cuenta, como ellos, entre los más destacados escritores del Siglo de Oro español.

  • Epitafio a Góngora, de Francisco de Quevedo | Poema

    Francisco de Quevedo

    Este que, en negra tumba, rodeado 
    de luces, yace muerto y condenado, 
    vendió el alma y el cuerpo por dinero, 
    y aun muerto es garitero; 
    y allí donde le veis, está sin muelas, 
    pidiendo que le saquen de las velas. 

  • A un bujarrón, de Francisco de Quevedo | Poema

    Francisco de Quevedo

    Epitafio 

  • Rapándoselo estaba cierta hermosa, de Francisco de Quevedo | Poema

    Francisco de Quevedo

    Rapándoselo estaba cierta hermosa, 
    hasta el redondo ombligo arremangada, 
    las piernas muy abiertas, y asentada 
    en una silla ancha y espaciosa. 

  • A una mujer pequeña, de Francisco de Quevedo | Poema

    Francisco de Quevedo

    Mi juguete, mi sal, mi niñería, 
    dulce muñeca mía, 
    dad atención a cuatro desvaríos 
    y sed sujeto de los versos míos; 
    pero sois tan nonada, que os prometo 
    que aún no sé si llegáis a ser sujeto. 

  • Rosal, menos presunción, de Francisco de Quevedo | Poema

    Francisco de Quevedo

    Rosal, menos presunción 
    donde están las clavellinas, 
    pues serán mañana espinas 
    las que ahora rosas son. 

  • El reloj de arena, de Francisco de Quevedo | Poema

    Francisco de Quevedo

    ¿Qué tienes que contar, reloj molesto, 
    en un soplo de vida desdichada 
    que se pasa tan presto; 
    en un camino que es una jornada, 
    breve y estrecha, de este al otro polo, 
    siendo jornada que es un paso solo? 
    Que, si son mis trabajos y mis penas, 

  • Piojos cría el cabello más dorado, de Francisco de Quevedo | Poema

    Francisco de Quevedo

    Piojos cría el cabello más dorado, 
    legañas hace el ojo más vistoso, 
    y en la nariz del rostro más hermoso 
    el moco verdinegro está encerrado. 

  • Definiendo el amor, de Francisco de Quevedo | Poema

    Francisco de Quevedo

    Es hielo abrasador, es fuego helado, 
    es herida que duele y no se siente, 
    es un soñado bien, un mal presente, 
    es un breve descanso muy cansado. 

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