Este que, en negra tumba, rodeado
de luces, yace muerto y condenado,
vendió el alma y el cuerpo por dinero,
y aun muerto es garitero;
y allí donde le veis, está sin muelas,
pidiendo que le saquen de las velas.
Rapándoselo estaba cierta hermosa,
hasta el redondo ombligo arremangada,
las piernas muy abiertas, y asentada
en una silla ancha y espaciosa.
Mirándoselo estaba muy gozosa,
después que ya quedó muy bien rapada,
y estándose burlando, descuidada,
metiose un dedo dentro de la cosa.
Y como menease las caderas,
al usado señuelo respondiendo,
un rápido sabor le vino luego.
Pero viendo después no era de veras,
dijo “¡Cuitada yo! ¿Qué estoy haciendo?
¡Qué no es esta la leña de este fuego!