Reloj de campanilla, de Francisco de Quevedo | Poema

    Poema en español
    Reloj de campanilla

    El metal animado, 
    a quien mano atrevida, industrïosa, 
    secretamente ha dado 
    vida aparente en máquina preciosa, 
    organizando atento 
    sonora voz a docto movimiento; 
    en quien, desconocido 
    espíritu secreto, brevemente 
    en un orbe ceñido, 
    muestra el camino de la luz ardiente, 
    y con rueda importuna 
    los trabajos del sol y de la luna, 
    y entre ocasos y auroras 
    las peregrinaciones de las horas; 
    máquina en que el artífice, que pudo 
    contar pasos al sol, horas al día, 
    mostró más providencia que osadía, 
    fabricando en metal disimuladas 
    advertencias sonoras repetidas, 
    pocas veces creídas, 
    muchas veces contadas; 
    tú, que estás muy preciado 
    de tener el más cierto, el más limado, 
    con diferente oído, 
    atiende a su intención y a su sonido. 

    La hora irrevocable que dio, llora; 
    prevén la que ha de dar; y la que cuentas, 
    lógrala bien, que en una misma hora 
    te creces y te ausentas. 
    Si le llevas curioso, 
    atiéndele prudente, 
    que los blasones de la edad desmiente; 
    y en traje de reloj llevas contigo, 
    del mayor enemigo, 
    espía desvelada y elegante, 
    a ti tan semejante, 
    que, presumiendo de abreviar ligera 
    la vida al sol, al cielo la carrera, 
    fundas toda esta máquina admirada 
    en una cuerda enferma y delicada, 
    que, como la salud en el más sano, 
    se gasta con sus ruedas y su mano. 

    Estima sus recuerdos, 
    teme sus desengaños, 
    pues ejecuta plazos de los años, 
    y en él te da secreto, 
    a cada sol que pasa, a cada rayo, 
    la muerte un contador, el tiempo un ayo.

    Francisco de Quevedo (Madrid, 1580 - Villanueva de los Infantes, 1645) estudió en las universidades de Alcalá de Henares y Valladolid, ciudad en la que empezó a nacer su fama de gran poeta, para luego continuar su formación y sus trabajos como literato y traductor en Madrid en 1606, de entre los que destaca la primera versión en nuestra lengua de la obra de Anacreonte, encargada por el duque de Osuna. De su mano, participó como secretario de estado en las intrigas entre las repúblicas italianas en 1613, lo que le valió para ingresar como caballero, tres años más tarde, en la Orden de Santiago. Contemporáneo de Lope de Vega o Luis de Góngora, se cuenta, como ellos, entre los más destacados escritores del Siglo de Oro español.