La persiana, sin cerrar del todo, como un sobresalto que se contiene para no caer al suelo, no nos separa del aire. Mira, se abren treinta y siete horizontes rectos y delgados, pero el corazón los olvida. Sin nostalgia se nos va muriendo la luz, que era de color de miel, y que ahora es de color de olor a manzana. Qué lento, el mundo; qué lento, el mundo; qué lenta, la pena por las horas que se van tan aprisa. Di, ¿recuerdas esta estancia, verdad? «Le tengo mucho cariño. Esas voces de obreros -¿Quiénes son?» Albañiles: falta una casa en la manzana. «Cantan, y hoy no los oigo. Gritan, ríen, y hoy, que callan, los echo a faltar.» Qué lentas, las hojas rojas de las voces, qué inciertas cuando vienen a cubrirnos. Dormidas, las hojas de mis besos van cubriendo los refugios de tu cuerpo, y mientras olvidas las hojas altas del verano, los días abiertos y sin besos, el cuerpo, en lo hondo, recuerda: todavía tienes la piel hecha de sol y luna.
La persiana, sin cerrar del todo, como un sobresalto que se contiene para no caer al suelo, no nos separa del aire. Mira, se abren treinta y siete horizontes rectos y delgados, pero el corazón los olvida. Sin nostalgia
La luz de estío nórdico es inmensa -y aquellas tardes que no mueren nunca. Tal la paz de después. Cuando ellas dicen casi el viejo secreto que buscamos siempre por sendas nuevas. Y ella habla, y me cuenta
Deja que vuelva atrás, hacia tu tiempo. Otra vez nos citamos donde siempre. Veo la negra pasarela -hierros delgados-, cielo blanco, hierba humilde en tierra de carbón, y oigo el silbido del expreso. A nuestro lado -hemos de hablarnos
Llegará el día más largo de algún larguísimo verano. Muy de mañana, antes que el teléfono llame a la playa o al bosque, nos iremos. Entre el vaho de las calles recién regadas atravesaremos la ciudad, hasta tomar el tren más lento que salga. Bajaremos
Ya sé que no le quieres. No lo digas a nadie Los tres, si tú me ayudas, guardamos el secreto. Nadie más ha de ver lo que tú y yo hemos visto. Se esconderá de todas las personas y cosas que antes eran amigas. Vendrán días de invierno,