El secreto, de Gabriel Ferrater | Poema

    Poema en español
    El secreto

    Llegará el día más largo de algún larguísimo 
    verano. Muy de mañana, antes que el teléfono 
    llame a la playa o al bosque, nos iremos. 
    Entre el vaho de las calles recién regadas 
    atravesaremos la ciudad, hasta tomar 
    el tren más lento que salga. Bajaremos 
    en la tercera estación, en un pueblo 
    de tierra sin verdes. El disco rojo 
    de una taberna nos dará la señal. 
    Creeremos. Nos sentaremos, y todo el día, 
    sin mirar mientras nos miran, beberemos 
    la tibia cerveza del silencio. 
    Volveremos bien seguros de que ningún recuerdo 
    ha entrado en nosotros. Cuando encontremos 
    al primer amigo y, dentro de un bar encendido 
    de voces y manos, comprendamos que ese día 
    ha sido el del prodigio, que se han dicho 
    la palabra sencilla de los justos, y que los unos 
    han sabido creer a los otros cuando negaban 
    las horas de tantos años, y todos ríen, 
    reiremos también, y guardaremos el secreto. 
    Y más que nunca, cuando les llegue el tormento 
    del desgarrón del puro anochecer (cuando pisaran 
    caretas, y la piel al descubierto 
    les dijera todo el asco de cómo eran 
    antes: tal como habrán vuelto a ser) 
    y se hermanen todos dentro del odio mutuo, 
    callaremos. Que no sepa nadie 
    que no dijimos ni sentimos nada. Que puedan 
    odiarnos también, fraternalmente. 

    • La luz de estío nórdico es inmensa 
      -y aquellas tardes que no mueren nunca. 
      Tal la paz de después. Cuando ellas dicen 
      casi el viejo secreto que buscamos siempre 
      por sendas nuevas. 
                       Y ella habla, y me cuenta 

    • Deja que vuelva atrás, hacia tu tiempo. 
      Otra vez nos citamos donde siempre. 
      Veo la negra pasarela -hierros 
      delgados-, cielo blanco, hierba humilde 
      en tierra de carbón, y oigo el silbido 
      del expreso. A nuestro lado -hemos de hablarnos 

    • Llegará el día más largo de algún larguísimo 
      verano. Muy de mañana, antes que el teléfono 
      llame a la playa o al bosque, nos iremos. 
      Entre el vaho de las calles recién regadas 
      atravesaremos la ciudad, hasta tomar 
      el tren más lento que salga. Bajaremos 

    • Ya sé que no le quieres. 
      No lo digas a nadie 
      Los tres, si tú me ayudas, 
      guardamos el secreto. 
      Nadie más ha de ver 
      lo que tú y yo hemos visto. 
      Se esconderá de todas 
      las personas y cosas 
      que antes eran amigas. 
      Vendrán días de invierno,