Fábula de equis y zeta, de Gerardo Diego | Poema

    Poema en español
    Fábula de equis y zeta

    Amor. Góngora 1927 
     
    Era el mes que aplicaba sus teorías 
    cada vez que un amor nacía en torno 
    cediendo dócil peso y calorías 
    cuándo por caridad ya para adorno 
    en beneficio de esos amadores 
    que hurtan siempre relámpagos y flores 

    Ella llevaba por vestido combo 
    un proyecto de arcángel en relieve 
    Del hombro al pie su línea exacta un rombo 
    que a armonizar con el clavel se atreve 
    A su paso en dos lunas o en dos frutos 
    se abrían los espacios absolutos 

    Amor amor obesidad hermana 
    soplo de fuelle hasta abombar las horas 
    y encontrarse al salir una mañana 
    que Dios es Dios sin colaboradoras 
    y que es azul la mano del grumete 
    -amor amor amor- de seis a siete 

    Así con la mirada en lo improviso 
    barajando en la mano alas remotas 
    iba el galán ladrándole el aviso 
    de plumas blancas casi gaviotas 
    por las calles que huelen a pintura 
    siempre buscando a ella en cuadratura 

    Y vedla aquí equipando en jabón tierno 
    globos que nunca han visto las espumas 
    vedla extrayendo de su propio invierno 
    la nieve en tiras la pasión en sumas 
    y en margaritas que pacerá el chivo 
    su porvenir listado en subjuntivo 

    Desde el plano sincero del diedro 
    que se queja al girar su arista viva 
    contempla el amador nivel de cedro 
    la amada que en su hipótesis estriba 
    y acariciando el lomo del instante 
    disuelve sus dos manos en menguante 

    «A ti la bella entre las iniciales 
    la más genuina en tinta verde impresa 
    a ti imposible y lenta cuando sales 
    tangente cuando el céfiro regresa 
    a ti envío mi amada caravana 
    larga como el amor por la mañana 

    Si tus piernas que vencen los compases 
    silencioso el resorte de sus grados 
    si más difícil que los cuatro ases 
    telegrama en tu estela de venados 
    mis geometrías y mi sed desdeñas 
    no olvides canjear mis contraseñas 

    Luna en el horno tibio de aburridas 
    bien inflada de un gas que silba apenas 
    contempla mis rodillas doloridas 
    así no estallen tus mejillas llenas 
    contempla y dime si hay otro infortunio 
    comparable al desdén y al plenilunio 

    Y tú inicial del más esbelto cuello 
    que a tu tacto haces sólida la espera 
    no me abandones no Yo haré un camello 
    del viento que en tus pechos desaltera 
    y para perseguir tu fuga en chasis 
    yo te daré un desierto y un oasis 

    Yo extraeré para ti la presuntuosa 
    raíz de la columna vespertina 
    Yo en fiel teorema de volumen rosa 
    te expondré el caso de la mandolina 
    Yo peces te traeré -entre crisantemos- 
    tan diminutos que los dos lloremos 

    Para ti el fruto de dos suaves nalgas 
    que al abrirse dan paso a una moneda 
    Para ti el arrebato de las algas 
    y el alelí de sálvese el que pueda 
    y los gusanos de pasar el rato 
    príncipes del azar en campeonato 

    Príncipes del azar Así el tecleo 
    en ritmo y luz de mecanografía 
    hace olvidar tu nombre y mi deseo 
    tu nombre que una estrella ama y enfría 
    Príncipes del azar gusanos leves 
    para pasar el rato entre las nieves 

    Pero tú voladora no te obstines 
    Para cantar de ti dame tu huella 
    La cruzaré de cuerdas de violines 
    y he de esperar que el sol se ponga en ella 
    Yo inscribiré en tu rombo mi programa 
    conocido del mar desde que ama» 

    Y resumiendo el amador su dicho 
    recogió los suspiros redondeles 
    y abandonando al humo del capricho 
    se dejó resbalar por dos rieles 
    Una sesión de circo se iniciaba 
    en la constelación decimoctava.

    Gerardo Diego fue un poeta español, miembro de la llamada Generación del 27, que nació en Santander, el 3 de Octubre de 1896. Licenciado en Letras, impartió clases en distintos institutos españoles, aunque ya para entonces había comenzado su carrera literaria, primero centrándose en la escritura de cuentos para luego, ya en 1920, pasar a la poesía con El romancero de la novia. Se considera su publicación de la antología Poesía española: 1915-1931, la primera reunión de los poetas que formarían el cuerpo de la Generación del 27. Pasa la Guerra Civil en Francia y tras el conflicto continúa con su actividad docente y poética. En el año 1947 fue elegido miembro de la RAE. A lo largo de su vida recibió distintos premios y homenajes, entre los que habría de destacar el Calderón de la Barca de 1962, y el más importante de la lengua castellana, el Premio Cervantes, que recibió en 1979. Gerardo Diego murió en Madrid el 8 de Julio de 1987.