Lágrima, de Jaime Gil de Biedma | Poema

    Poema en español
    Lágrima

    No veían la lágrima. 

    Inmóvil 
    en el centro de la visión, brillando, 
    demasiado pesada para rodar por mejilla de hombre, 
    inmensa, 
    decían que una nube, pretendían, querían 
    no verla 
    sobre la tierra oscurecida, 
    brillar sobre la tierra oscurecida. 

    Ved en cambio a los hombres que sonríen, 
    los hombres que aconsejan la sonrisa. 
    Vedlos 
    presurosos, que acuden. 
    Frente a la sorda realidad 
    peroran, recomiendan, imponen confianza. 
    Solícitos, ofrecen sus servicios. Y sonríen, 
    sonríen. 
     Son los viles 
    propagandistas diplomados 
    de la sonrisa sin dolor, los curanderos 
    sin honra. 

    La lágrima refleja 
    sólo un brillo furtivo 
    que apenas espejea. 
    La descubre la sed, 
    apenas, de los ojos 
    sobre los doloridos 
    utensilios humanos 
    -igual como descubre 
    el río que, invisible, 
    espejea en las hojas 
    movidas-, pero a veces 
    en cambio, levantada, 
    manifiesta, terrible, 
    es un mar encendido 
    que hace daño a los ojos, 
    y su brillo feroz 
    y dura transparencia 
    se ensaña en la sonrisa 
    barata de esos hombres 
    ciegos, que aún sonríen 
    como ventanas rotas. 

    He ahora el dolor 
    de los otros, de muchos, 
    dolor de muchos otros, dolor de tantos hombres, 
    océanos de hombres que los siglos arrastran 
    por los siglos, sumiéndose en la historia. 
    Dolor de tantos seres injuriados, 
    rechazados, retrocedidos al último escalón, 
    pobres bestias 
    que avanzan derrengándose por un camino hostil, 
    sin saber dónde van o quién les manda, 
    sintiendo a cada paso detrás suyo ese ahogado resuello 
    y en la nuca ese vaho caliente que es el vértigo 
    del instinto, el miedo a la estampida, 
    animal adelante, hacia adelante, levantándose 
    para caer aún, para rendirse 
    al fin, de bruces, y entregar 
    el alma porque ya 
    no pueden más con ella. 

    Así es el mundo 
    y así los hombres. Ved 
    nuestra historia, ese mar, 
    ese inmenso depósito de sufrimiento anónimo, 
    ved cómo se recoge 
    todo en él: injusticias 
    calladamente devoradas, humillaciones, puños 
    a escondidas crispados 
    y llantos, conmovedores llantos inaudibles 
    de los que nada esperan ya de nadie... 
    Todo, todo aquí se recoge, se atesora, se suma 
    bajo el silencio oscuramente, 
    germina 
    para brotar adelgazado en lágrima, 
    lágrima transparente igual que un símbolo, 
    pero reconcentrada, dura, diminuta 
    como gota explosiva, como estrella 
    libre, terrible por los aires, fulgurante, fija, 
    único pensamiento de los que la contemplan 
    desde la tierra oscurecida, 
    desde esta tierra todavía oscurecida.