¡Se me mueren! Han vivido con fidelidad: cristianos servidores que se honran y disfrutan ayudando, complaciendo a su señor, un caminante cansado, a punto de preferir la quietud de pies y ánimo. Saben estas suelas. Saben de andaduras palmo a palmo, de intemperies descarriadas entre barros y guijarros... Languidece en este cuero triste su matiz, antaño con sencillez el primor de algún día engalanado Todo me anuncia una ruina que se me escapa. Quebranto mortal corroe el decoro. Huyen. ¡Espectros-zapatos!
Amigos. Nadie más. El resto es selva. ¡Humanos, libres, lentamente ociosos! Un amor que no jura ni promete Reunirá a unos hombres en el aire, Con el aire salvándose. Palabras Quieren, sólo palabras y una orilla: Esos recodos verdes frente al verde
¡Se me mueren! Han vivido con fidelidad: cristianos servidores que se honran y disfrutan ayudando, complaciendo a su señor, un caminante cansado, a punto de preferir la quietud de pies y ánimo. Saben estas suelas. Saben
Blancos, rosas... Azules casi en veta, dos, mentales. Puntos de luz latente dan señales de una sombra secreta. Pero el color, infiel a la penumbra, se consolida en masa. Yacente en el verano de la casa, una forma se alumbra.