Tú no lo sabes, mas yo he soñado entre mis sueños color de armiño, horas de dicha con tus amores, besos ardientes, quedos suspiros cuando la tarde se tiñe de oro esos espacios que juntos vimos, cuando mi alma su vuelo emprende a las regiones de lo infinito.
Una noche una noche toda llena de perfumes, de murmullos y de música de älas, Una noche en que ardían en la sombra nupcial y húmeda, las luciérnagas fantásticas, a mi lado, lentamente, contra mí ceñida, toda, muda y pálida
Juan Lanas, el mozo de esquina, es absolutamente igual al Emperador de la China: los dos son el mismo animal. Juan Lanas cubre su pelaje con nuestra manta nacional; el gran magnate lleva un traje de seda verde excepcional.
Oh dulce niña pálida, que como un montón de oro de tu inocencia cándida conservas el tesoro; a quien los más audaces, en locos devaneos, jamás se han acercado con carnales deseos; tú, que adivinar dejas inocencias extrañas