Torcazas, de Juan Gelman | Poema

    Poema en español
    Torcazas

    Se pasa de inocente a culpable 
    en un segundo. El tiempo 
    es así, torcazas 
    que cantan en un árbol cansado. 
    La carne piensa y no llora. Pensar 
    es ver la nada que nota 
    en una cucharada de sopa. 
    El dolor no se olvida 
    de uno. Sombras ahí, 
    distancias, superficies, 
    olor a sospechas podridas, congojas 
    que no mueven los pies. 
    El tiempo borra el sudor frío 
    del alma y si hace falta el alma. Pega con 
    el leve sonido a compañeros 
    colgados en la noche, son 
    urgentes, hacen 
    un país que nadie conoce 
    en el camino que empieza 
    donde acaba la lengua del empujado. 
    Están tendidos en las jaulas 
    de la sensación. Hay miedo 
    en la memoria prohibida, el sabor 
    del día que se distrajo y abre 
    de repente los deseos de ayer. Una 
    luna enorme finge acompañamientos. Vuela 
    la pérdida ojos adentro como 
    la longura de un pájaro azul. Los 
    compañeros, ¿están despiertos para 
    que pregunte quién soy? ¿No duermen 
    en lo que es no es? Las calles 
    sucias de amanecer son un error. La 
    emoción entre mi vida y 
    la conciencia de mi vida 
    es una continuidad que no 
    me pertenece. Agradezco 
    el saltito del pájaro en la rama 
    que abriga cuando 
    el cuarto que abandono navega 
    en sales, brumas, el espanto y 
    mi pecho metido en el polvo. 
    Y yo al revés.

    • habría un par de cosas que decir/ 
      que nadie la lee mucho/ 
      que esos nadie son pocos/ 
      que todo el mundo está con el asunto de la crisis mundial/ y 
      con el asunto de comer cada día/se trata 
      de un asunto importante/recuerdo 
      cuando murió de hambre el tío juan/ 

    • No sé por qué te amo. 
      Sé que por eso te amo. 
      Cae mi lengua, como la de Catulo, 
      en su doble noche de deseo. 
      Nadie vuelve de vos 
      a lo que fue. Cuando callan 
      las palabras inevitables, las 
      repeticiones del dolor y 
      los huecos de la tiniebla alta, 

    • ¿se fue por el aire o era 
      una invención de cuello verde 
      Isidoro Ducasse de Lautréamont 
      se fue por el aire o era: 
      una invención de cuello verde 
      un Isidoro del otro amor 
      que comía rostros podridos 
      melancolías desesperos 

    • Y construí tu rostro. 
      Con adivinaciones del amor, construía tu rostro 
      en los lejanos patios de la infancia. 
      Albañil con vergüenza, 
      yo me oculté del mundo para tallar tu imagen, 
      para darte la voz, 
      para poner dulzura en tu saliva. 

    • En un colchón de piedras duerme 
      el saqueo del sueño, la 
      lengua cortada en pedacitos 
      de la memoria a la linda alondra. 
      Qué es una alondra preguntaba 
      la multitud que come altura, el 
      existir que no quiere 
      ser ensuciado, la violenta 

    • Padre, 
          desde los cielos bájate, he olvidado 
      las oraciones que me enseñó la abuela, 
      pobrecita, ella reposa ahora, 
      no tiene que lavar, limpiar, no tiene 
      que preocuparse andando el día por la ropa, 
      no tiene que velar la noche, pena y pena,