Viendo a la gente andar, ponerse el traje, de Juan Gelman | Poema

    Poema en español
    Viendo a la gente andar, ponerse el traje

    Viendo a la gente andar, ponerse el traje, 
    el sombrero, la piel y la sonrisa, 
    comer sobre los platos dulcemente, 
    afanarse, correr, sufrir, dolerse, 
    todo por un poquito de paz y de alegría, 
    viendo a la gente, digo, no hay derecho 
    a castigarle el hueso y la esperanza, 
    a ensuciarle los cantos, a oscurecerle el día, 
         viendo, sí, 
    cómo la gente llora en los rincones 
    más oscuros del alma y sin embargo 
    sabe reír y sabe andar derecho, 
    viendo a la gente, bueno, viéndola 
    tener hijos y esperar y siempre 
    creer que van a mejorar las cosas 
    y viéndola pelear por sus riñones, 
        digo gente, 
    qué hermoso andar contigo 
    a descubrir la fuente de lo nuevo, 
    a arrancar la felicidad, 
    a traer el fruto sobre el lomo, hablar 
    familiarmente con el tiempo y saber 
    que acabaremos y de una buena vez por ser dichosos, 
    qué hermoso, digo, gente, qué misterio 
    vivir tan castigado 
      y cantar y reír, 
        ¡qué asunto raro!

    • habría un par de cosas que decir/ 
      que nadie la lee mucho/ 
      que esos nadie son pocos/ 
      que todo el mundo está con el asunto de la crisis mundial/ y 
      con el asunto de comer cada día/se trata 
      de un asunto importante/recuerdo 
      cuando murió de hambre el tío juan/ 

    • No sé por qué te amo. 
      Sé que por eso te amo. 
      Cae mi lengua, como la de Catulo, 
      en su doble noche de deseo. 
      Nadie vuelve de vos 
      a lo que fue. Cuando callan 
      las palabras inevitables, las 
      repeticiones del dolor y 
      los huecos de la tiniebla alta, 

    • ¿se fue por el aire o era 
      una invención de cuello verde 
      Isidoro Ducasse de Lautréamont 
      se fue por el aire o era: 
      una invención de cuello verde 
      un Isidoro del otro amor 
      que comía rostros podridos 
      melancolías desesperos 

    • Y construí tu rostro. 
      Con adivinaciones del amor, construía tu rostro 
      en los lejanos patios de la infancia. 
      Albañil con vergüenza, 
      yo me oculté del mundo para tallar tu imagen, 
      para darte la voz, 
      para poner dulzura en tu saliva. 

    • En un colchón de piedras duerme 
      el saqueo del sueño, la 
      lengua cortada en pedacitos 
      de la memoria a la linda alondra. 
      Qué es una alondra preguntaba 
      la multitud que come altura, el 
      existir que no quiere 
      ser ensuciado, la violenta 

    • Padre, 
          desde los cielos bájate, he olvidado 
      las oraciones que me enseñó la abuela, 
      pobrecita, ella reposa ahora, 
      no tiene que lavar, limpiar, no tiene 
      que preocuparse andando el día por la ropa, 
      no tiene que velar la noche, pena y pena,