A la memoria de Juan Gris
Bendecimos el confort de las hormigas regulares
y la noche incluso más triste que el papel absorbente
después de la muerte de la palabra
ahora que el silencio dulcemente deviene festín de pájaro
entre los granos capricho de una prisión florida
Nuestros arroyos interiores están acordes
en aplacar este molino de individuo
único convidado que nos queda
de aquello que ha partido sin pretexto hacia el invierno
Sobre un dolor de antigua pradera
las hormigas arrastran nuestras lágrimas de este a oeste
se ha ido por transparencia como las vagas promesas
de un río más bien banal
Hacía un calor de héroes mas el tiempo era pálido
Con una brizna de delicadeza y el insomnio de las lluvias
que vuelve seda el reflejo de las catedrales
agujereamos la esponja de nuestras plegarias
para borrar el juramento de luna tejido en versos
donde sus ojos amoblaron la esperanza de corrientes de aire
Porque él nos dejó su tristeza
sentada al borde del cielo como un ángel obeso