De mi vida en la aldea, de Juan Meléndez Valdés | Poema

    Poema en español
    De mi vida en la aldea

    Cuando a mi pobre aldea 
    feliz escapar puedo, 
    las penas y el bullicio 
    de la ciudad huyendo, 

    alegre me parece 
    que soy un hombre nuevo, 
    y entonces sólo vivo, 
    y entonces sólo pienso. 

    Las horas que insufribles 
    allí me vuelve el tedio, 
    aquí sobre mí vagan 
    con perezoso vuelo. 

    Las noches que allá ocupan 
    la ociosidad y el juego, 
    acá los dulces libros 
    y el descuidado sueño. 

    Despierto con el alba, 
    trocando el muelle lecho 
    por su vital ambiente, 
    que me dilata el seno. 

    Me agrada de arreboles 
    tocado ver el cielo 
    cuando a ostentar empieza 
    su clara lumbre Febo. 

    Me agrada, cuando brillan 
    sobre el cénit sus fuegos, 
    perderme entre las sombras 
    del bosque más espeso; 

    si lánguido se esconde, 
    sus últimos reflejos 
    ir del monte en la cima 
    solícito siguiendo; 

    o si la noche tiende 
    su manto de luceros, 
    medir sus direcciones 
    con ojos más atentos, 

    volviéndome a mis libros, 
    do atónito contemplo 
    la ley que portentosa 
    gobierna el universo. 

    Desde ellos y la cumbre 
    de tantos pensamientos 
    desciendo de mis gentes 
    al rústico comercio; 

    y con ellas tomando 
    en sus chanzas empeños 
    la parte que me dejan, 
    gozoso devaneo. 

    El uno de las mieses, 
    el otro del viñedo 
    me informan, y me añaden 
    las fábulas del pueblo. 

    Pondero sus consejas, 
    recojo sus proverbios, 
    sus dudas y disputas 
    cual árbitro sentencio. 

    Mis votos se celebran, 
    todos hablan a un tiempo, 
    la igualdad inocente 
    ríe en todos los pechos. 

    Llega luego el criado 
    con el cántaro lleno, 
    y la alegre muchacha 
    con castañas y queso, 

    y todo lo coronan 
    en fraternal contento 
    las tazas que se cruzan 
    del vino más añejo. 

    Así mis faustos días, 
    de paz y dicha llenos, 
    al gusto que los mide 
    semejan un momento.