De la nieve, de Juan Meléndez Valdés | Poema

    Poema en español
    De la nieve

    Dame, Dorila, el vaso 
    lleno de dulce vino, 
    que sólo en ver la nieve 
    temblando estoy de frío. 

    Ella en sueltos vellones 
    por el aire tranquilo 
    desciende, y cubre el suelo 
    de cándidos armiños. 

    ¡Oh! como el verla agrada, 
    seguros de su tiro, 
    deshecha en copos leves 
    bajar con lento giro! 

    Los árboles del peso 
    se inclinan oprimidos, 
    y alcorza delicado 
    parecen en el brillo. 

    Los valles y laderas, 
    de un velo cristalino 
    cubiertos, disimulan 
    su mustio desabrigo. 

    Mientras el arroyuelo, 
    con nuevas aguas rico, 
    saltando bullicioso 
    se burla de los grillos. 

    Sus surcos y trabajos 
    ve el rústico perdidos, 
    y triste no distingue 
    su campo del vecino. 

    Las aves enmudecen 
    medrosas en el nido 
    o buscan de los hombres 
    el mal seguro asilo. 

    Y el tímido rebaño 
    con débiles balidos 
    demanda su sustento 
    cerrado en el aprisco. 

    Pero la nieve crece, 
    y en denso torbellino 
    la agita con sus soplos 
    el aquilón maligno. 

    Las nubes se amontonan, 
    y el cielo de improviso 
    se entolda pavoroso 
    de un velo más sombrío. 

    Dejémosla que caiga 
    Dorila, y bien bebidos, 
    burlemos sus rigores 
    con dulces regocijos. 

    Bebamos y dancemos, 
    que ya el abril florido 
    vendrá en las blandas alas 
    del céfiro benigno.