La rosa y la reseda, de Louis Aragon | Poema

    Poema en español
    La rosa y la reseda

    El que en el Cielo creía, 
    el que no creía en él, 
    los dos con idolatría 
    amaban a la rehén. 
    Uno a mirarla subía, 
    otro tendíase al pie: 
    el que en el Cielo creía, 
    el que no creía en él. 

    Nada importa cuál sería 
    la luz que alumbrando fue; 
    uno del templo salía, 
    otro esquivó su dintel: 
    el que en el Cielo creía, 
    el que no creía en él. 

    Cuerpo y alma en alegría, 
    cada cual amante fiel, 
    que Ella vive se decía, 
    y quien viva lo ha de ver: 
    el que en el Cielo creía, 
    el que no creía en él. 

    Loco pedir cortesía 
    viendo arrasada la mies, 
    rumiando melancolía 
    de la metralla al vaivén: 
    el que en el Cielo creía, 
    el que no creía en él. 

    Desde lo alto el vigía 
    tiró una y otra vez; 
    uno tras otro caía; 
    ¿cuál de ellos muerto fue: 
    el que en el Cielo creía, 
    el que no creía en él? 

    ¿En la prisión cuál sería 
    el de más duro yacer; 
    cuál de los dos prefería 
    de las ratas el tropel: 
    el que en el Cielo creía, 
    el que no creía en él? 

    Sollozar de rebeldía, 
    ¿a quién puede conmover? 
    Dejan la terrena vía 
    al rayar el alba cruel 
    el que en el Cielo creía, 
    el que no creía en él. 

    Al caer, nombrar se oía 
    a la que adorada fue; 
    con brillo igual relucía 
    la roja sangre al caer 
    del que en el Cielo creía, 
    del que no creía en él. 

    Cárdeno arroyo teñía 
    la tierra de su nacer 
    para que madure un día 
    vendimias de moscatel 
    el que en el Cielo creía, 
    el que no creía en él. 

    Corren, vuelan a porfía 
    el bretón y el lorenés; 
    vuelve el grillo a su tonía 
    en el huerto y el vergel. 
    Flauta o viola en melodía, 
    en doble amor van a arder 
    las aves entre la umbría, 
    rosa y reseda también.