Larache, aquel africano fuerte, ya que no galán, al glorioso San Germán, rayo militar cristiano, se encomendó, y no fue en vano, pues cristianó luego al moro, y por más pompa y decoro, siendo su compadre él mismo, diez velas llevó al baptismo
La más bella niña de nuestro lugar, hoy viuda y sola y ayer por casar, viendo que sus ojos a la guerra van, a su madre dice que escucha su mal: Dexadme llorar, orillas del mar...
Mientras por competir con tu cabello, oro bruñido al sol relumbra en vano, mientras con menosprecio en medio el llano mira tu blanca frente el lilio bello;
Tendiendo sus blancos paños sobre el florido ribete que guarnece la una orilla del frisado Guadalete, halló el sol, una mañana de las que el abril promete, a la violada señora Violante de Navarrete, moza de manto tendido,