Canción, de María Elena Walsh | Poema

    Poema en español
    Canción

    Alma sin el amor, ave dejada 
    en los terrenos de la maravilla: 
    cuando no haya más hojas 
    y se acaben los días 
    yo seguiré buscando 
    tu luz recién nacida 
    -alma sobre rebaños levantada- 
    para hacer las mañanas de mi vida. 

    El enlutado mundo que habitaba 
    ahora es el cielo que la frente pisa. 
    (Si se apagaran todas 
    las uvas de la viña 
    o se muriera el pan 
    en las espigas, 
    este incendio frutal de mi esperanza 
    en otra tierra se levantaría.) 

    Tu mano era mi mano desde siempre, 
    tu voz mi voz, y yo no lo sabía. 
    Anduve con tu sombra 
    al lado de la mía 
    por mortales caminos 
    y celestes orillas. 
    Eras un sueño en busca de mi frente 
    para nacer, y yo no lo sabía. 

    Ya mis ojos usaron la belleza 
    y fueron en sedienta cacería 
    -con su lastimadura 
    de límites y aristas- 
    al pámpano desnudo 
    y a la rosa vestida, 
    buscándote desde los miradores 
    con el Amor-Que-Todo-Lo-Imagina. 

    Cuando tú fuiste la increíble imagen 
    yo era la sed y el vaso y la bebida. 
    Las puertas y los frascos, 
    cubiertos de ceniza, 
    guardaban el perfume 
    de la melancolía, 
    mientras los palomares te esperaban 
    con el Amor-Que-Nada-Te-Imagina. 

    Aunque la providencia me negara 
    el alimento para la alegría, 
    aunque me entristecieras 
    la intemperie divina 
    con pájaros callados 
    y sombras pensativas, 
    aunque olvidaras, aunque no existieras, 
    mi corazón igual te cantaría.