Mírenme, soy feliz
entre las hojas que cantan
cuando atraviesa el jardín
el viento en monopatín.
Cuando voy a dormir,
cierro los ojos y sueño
con el olor de un país
florecido para mí.
Yo no soy un bailarín
porque me gusta quedarme
quieto en la tierra y sentir
que mis pies tienen raíz.
Una vez estudié
en un librito de yuyo
cosas que sólo yo sé
y que nunca olvidaré.
Aprendí que una nuez
es arrugada y viejita,
pero que puede ofrecer
mucha, mucha, mucha miel.
Del jardín soy duende fiel:
cuando una flor está triste,
la pinto con un pincel
y le toco el cascabel.
Soy guardián y doctor
de una pandilla de flores
que juegan al dominó
y después les da la tos.
Por aquí anda Dios
con regadera de lluvia
o disfrazado de sol
asomando a su balcón.
Yo no soy un gran señor,
pero en mi cielo de tierra
cuido el tesoro mejor:
mucho, mucho, mucho amor.