A ti, dentro de un siglo, de Marina Tsvetáyeva | Poema

    Poema en español
    A ti, dentro de un siglo

    A ti, que nacerás dentro de un siglo, 
    cuando de respirar yo haya dejado, 
    de las entrañas mismas de un condenado a muerte, 
    con mi mano te escribo. 

    ¡Amigo, no me busques! ¡Los tiempos han cambiado 
    y ya no me recuerdan ni los viejos! 
    ¡No alcanzo con la boca las aguas del Leteo! 
    Extiendo las dos manos. 

    Tus ojos: dos hogueras, 
    ardiendo en mi sepulcro -el infierno- 
    y mirando a la de las manos inmóviles, 
    la que murió hace un siglo. 

    En mis manos -un puñado de polvo- 
    mis versos. Adivino que en el viento 
    buscarás mi casa natal. 
    O mi casa mortuoria. 

    Orgullo: cómo miras a las mujeres, 
    las vivas, las felices; yo capto las palabras: 
    «¡Impostoras! ¡Ya todas están muertas! 
    Sólo ella está viva. 

    Igual que un voluntario le ha servido. 
    Conozco sus anillos y todos sus secretos. 
    ¡Ladronas de los muertos! 
    ¡De ella son los anillos!» 

    ¡Mis anillos! Me pesa, 
    hoy me arrepiento 
    de haberlos regalado sin medida. 
    ¡Y no supe esperarte! 

    También me da tristeza que esta tarde 
    tras el sol haya ido tanto tiempo 
    y he ido a tu encuentro, 
    dentro de un siglo. 

    Apuesto -dice él- que vas a maldecir 
    a todos mis amigos en sus oscuras tumbas. 
    ¡Todos la celebraban! Pero un vestido rosa 
    nadie le ofreció. 

    ¿Quién era el generoso? Yo no: soy egoísta. 
    No oculto mi interés si no me matas. 
    A todos les pedía cartas, 
    para por las noches besarlas. 

    ¿Decirlo? ¡Lo diré! El no-ser es un tópico. 
    Y ahora, para mí, eres ardiente huésped. 
    Les negarás la gracia a todas las amantes 
    para amar a la que hoy es sólo huesos.