Ovillejo de La ilustre fregona, de Miguel de Cervantes | Poema

    Poema en español
    Ovillejo de La ilustre fregona

    ¿Quién de amor venturas halla? 
        El que calla. 
    ¿Quién triunfa de su aspereza? 
        La firmeza. 
    ¿Quién da alcance a su alegría? 
     La porfía. 
        Dese modo, bien podría 
    esperar dichosa palma 
    si en esta empresa mi alma 
    calla, está firme y porfía. 

    ¿Con quién se sustenta amor? 
    -fol. 176v- 
        Con favor. 
    ¿Y con qué mengua su furia? 
        Con la injuria. 
    ¿Antes con desdenes crece? 
        Desfallece. 
        Claro en esto se parece 
    que mi amor será inmortal, 
    pues la causa de mi mal 
    ni injuria ni favorece. 

    Quien desespera, ¿qué espera? 
        Muerte entera. 
    Pues, ¿qué muerte el mal remedia? 
        La que es media. 
    Luego, ¿bien será morir? 
        Mejor sufrir. 



    ¿Quién de amor venturas halla? 
        El que calla. 
    ¿Quién triunfa de su aspereza? 
        La firmeza. 
    ¿Quién da alcance a su alegría? 
     La porfía. 
        Dese modo, bien podría 
    esperar dichosa palma 
    si en esta empresa mi alma 
    calla, está firme y porfía. 

    ¿Con quién se sustenta amor? 
    -fol. 176v- 
        Con favor. 
    ¿Y con qué mengua su furia? 
        Con la injuria. 
    ¿Antes con desdenes crece? 
        Desfallece. 
        Claro en esto se parece 
    que mi amor será inmortal, 
    pues la causa de mi mal 
    ni injuria ni favorece. 

    Quien desespera, ¿qué espera? 
        Muerte entera. 
    Pues, ¿qué muerte el mal remedia? 
        La que es media. 
    Luego, ¿bien será morir? 
        Mejor sufrir. 
        Porque se suele decir, 
    y esta verdad se reciba, 
    que tras la tormenta esquiva 
    suele la calma venir. 

    ¿Descubriré mi pasión? 
        En ocasión. 
    ¿Y si jamás se me da? 
        Sí hará. 
    Llegará la muerte en tanto. 
        Llegue a tanto 
    tu limpia fe y esperanza, 
    que, en sabiéndolo Costanza, 
    convierta en risa tu llanto. Porque se suele decir, 
    y esta verdad se reciba, 
    que tras la tormenta esquiva 
    suele la calma venir. 

    ¿Descubriré mi pasión? 
        En ocasión. 
    ¿Y si jamás se me da? 
        Sí hará. 
    Llegará la muerte en tanto. 
        Llegue a tanto 
    tu limpia fe y esperanza, 
    que, en sabiéndolo Costanza, 
    convierta en risa tu llanto.