Alma feliz, de Pablo García Baena | Poema

    Poema en español
    Alma feliz

    Alma felice che sovente torni...
    Petrarca, Soneto XIV 

     
    Alma feliz por siempre, pues lo fuiste un instante, 
    vuelve, ligera corza de la dicha pasada, 
    junto al frío torrente donde flota el recuerdo, 
    donde la rosa última de fugitivas horas 
    aún perfuma suave con su filtro de llanto. 

    Vuelve bajo la luna floral de primavera 
    a las tímidas huellas de dormidos senderos, 
    y aspira en esa rosa melancólica y pura 
    todo el bosque que arde perdido en tu memoria 
    con sus rojas maderas incendiando los días. 

    Como nauta que asiste impasible en su leño 
    al naufragio solemne de la torva tormenta, 
    desde la roca púrpura por el himno del rayo 
    mira al joven ahogado, coronado de algas, 
    flotar en la encrespada cabalgata marina. 

    Jardines de amatista, emergiendo sombríos 
    con pálidos estanques y la perla del cisne, 
    desde la lejanía pronunciarán tu nombre 
    y pulsará el ocaso sus laúdes de luna, 
    latentes como vírgenes corazones secretos. 

    Nocturnas bayaderas su cintura de estío 
    aplastarán corceles con las crines ardiendo. 
    Mensajeros errantes agitarán pañuelos 
    antes de ser talados por el hacha implacable 
    que convierte a los cedros en funerales lámparas. 

    Era niño y el claustro de la vida empezabas: 
    la mirada dorada, rubio el ligero rizo. 
    Bajo brisas de ensueño escondías al mundo 
    tus joyas de ternura, la soledad y su fuente, 
    como el avaro guarda metálicas luciérnagas. 

    Viviste bajo el ala florida de aquel tiempo 
    glorioso para el hombre. Hoy, que cansado vuelves, 
    mira cómo endiamanta tu llanto las ruinas, 
    cual pájaro de agua que anidara en sus yedras 
    cuando mayo suspira en las flautas fragantes. 

    Así fueron tus tardes. Así el viento. Las lilas, 
    el gorjeo diminuto de sus cálices tibios 
    deshojaban. De nuevo volverá todo un día. 
    Dime que has de volver con la mágica llave 
    de la puerta perdida en un muro de niebla. 

    Y será igual que entonces: el brodequín de oro 
    sobre la misma tienda. Gonfalones sagrados 
    pasarán en días santos. Madam Lily, la sílfide. 
    purpurina en el pelo, cantará en el alambre, 
    y un reguero de paja dejarán las carretas. 

    Escucha el preludiar de violines antiguos. 
    Ya ha empezado la danza. Los címbalos sonoros 
    gotean áureo polen en ansiosas corolas 
    y desnuda a la luz de trompas y de oboes 
    embriágate, oh alma, recordando tu dicha. 

    • El que todo lo ama con las manos 
      despierta la caricia de las cítaras, 
      siente el silencio y su pesada carne 
      fluyendo como ungüento entre los dedos, 
      lame la lenta lengua de sus manos 
      el hueso de la tarde y sus sortijas 
      se enredan en el ave adormecida 

    • Noche oscura 
      San Juan de la Cruz 

       
      Porque es de noche y va cayendo el agua 
      nos abrazamos, solos, en el viejo 
      regazo del sofá en tanto suena 
      la voz de Nat King Cole, triste y cálida 
      rama de broncas ascuas crepitantes 

    • Sólo tu amor y el agua... Octubre junto al río 
      bañaba los racimos dorados de la tarde, 
      y aquella luna odiosa iba subiendo, clara, 
      ahuyentando las negras violetas de la sombra. 
      Yo iba perdido, náufrago por mares de deseo, 
      cegado por la bruma suave de tu pelo. 

    • Alma felice che sovente torni...
      Petrarca, Soneto XIV 

       
      Alma feliz por siempre, pues lo fuiste un instante, 
      vuelve, ligera corza de la dicha pasada, 
      junto al frío torrente donde flota el recuerdo, 
      donde la rosa última de fugitivas horas 

    • No era el amor y se llamaba Antonio. 
      Hablaba como un indio del Far- West: 
      «hombre alto», «boca larga». Era de Fuengirola. 
      y siempre había un teléfono donde llamarlo cuando 
      -y reía- 
      la noche era más larga, más amarga, más lenta.