Creí que me rompería lo inmenso lo profundo. 
Con mi pena desnuda, sin contacto, sin eco, 
me tendí en mi prisión de puertas vírgenes 
como un muerto sensato que había sabido morir. 
Un muerto coronado sólo de su nada... 
Me tendí sobre las olas absurdas del verano 
absorbido por amor a la ceniza. 
La soledad me pareció más viva que la sangre. 
Quería desunir la vida, 
quería compartir la muerte con la muerte, 
entregar mi corazón vacío a la vida 
borrarlo todo, que no hubiera ni vidrio ni vaho... 
Nada delante, nada detrás, nada entero. 
Había eliminado el hielo de las manos juntas, 
había eliminado la osamenta invernal 
del voto de vivir que se anula. 
Tú viniste y se reanimó el fuego, 
cedió la sombra el frío, 
aquí abajo se llenó de estrellas 
y se cubrió la tierra. 
De tu carne clara me sentí ligero... 
Viniste, la soledad fue vencida, 
tuve una guía sobre la tierra y supe 
dirigirme, me sabía sin medida, 
adelantaba ganaba tierra y espacio 
Iba sin fin hacia la luz... 
La vida tenía un cuerpo, la esperanza tendía sus velas 
promisoria de miradas confiadas para el alba. 
De la noche surgía una cascada se sueños. 
Los rayos de tus brazos entreabrían la niebla. 
El primer rocío humedecía tu boca 
deslumbrando reposo remplazaba el cansancio. 
Yo amaba el amor como en mis primeros días. 
Los campos están labrados las fábricas resplandecen 
y el trigo hace su nido en una enorme marea, 
las mieses, la vendimia, tienen muchos testigos, 
nada es singular ni simple, 
el mar está en los ojos del cielo o de la noche, 
el bosque da a los árboles seguridad 
y los muros de las casas tienen una piel común, 
los caminos siempre se encuentran. 
Los hombres están hechos para entenderse 
para comprenderse, para amarse, 
tienen hijos que serán padres de los hombres, 
tienen hijos sin fuego ni lugar 
que inventarán de nuevo a los hombres, 
y la naturaleza y su patria 
la de todos los hombres 
la de todos los tiempos. 
Ella vive de pie sobre mis párpados 
Sus cabellos están entre los míos 
Tiene la forma exacta de mis manos 
Y el color de mis ojos que la miran 
Ella se hunde entre mi propia sombra 
Como una piedra en el azul del cielo. 
Un hermoso pájaro me muestra la luz 
Que aparece claramente en sus ojos 
Un pájaro que canta sobre la bola de muérdago 
En medio del sol. 
*
Sobre mis cuadernos de colegial 
Sobre el pupitre y los árboles 
Sobre la arena sobre la nieve 
Escribo tu nombre 
Sobre todas las páginas leídas 
Sobre todas las páginas en blanco 
Piedra, sangre, papel o ceniza 
Escribo tu nombre 
Te amo por todas las mujeres que no he conocido. 
Te amo por todos los tiempos que no he vivido. 
Por el olor del mar inmenso y el olor del pan caliente. 
Por la nieve que se funde por las primeras flores. 
Por los animales puros que el hombre no persigue. 
Lágrimas de los ojos, los infortunios de los infortunados, 
Infortunios sin interés y lágrimas sin color. 
Él no pide nada, no es insensible, 
Está triste en prisión y triste si está libre. 
Cuando el pelícano
Creí que me rompería lo inmenso lo profundo. 
Con mi pena desnuda, sin contacto, sin eco, 
me tendí en mi prisión de puertas vírgenes 
como un muerto sensato que había sabido morir. 
Un muerto coronado sólo de su nada... 
Me tendí sobre las olas absurdas del verano