Por el camino de tu lengua yo podría llegar hasta la negra Abisinia o cabalgar hasta Bengala o Nankin porque ella es sabia como un viejo maestro que enseña sobre el cielo las rutas de los pálidos cometas
porque tu lengua es poderosa como la de la mantis que da vida y da muerte y sabe tejer formas como la poesía y es diestra en lides y ducha en argucias y canta una canción remota y mágica que invita al extravío
Pero por el camino de tu lengua viajo más hondo hasta el lugar donde naces gimiendo con un tremor antiguo y me sientes flotar reciente y húmeda
hasta el origen donde sueña la bestia su sueño más profundo y el placer es un banco de peces que relumbra entre sales marinas
hasta mi centro donde veo lo que no ven mis ojos cegados por las luces del mundo donde no existe la palabra
No hay cicatriz, por brutal que parezca, que no encierre belleza. Una historia puntual se cuenta en ella, algún dolor. Pero también su fin. Las cicatrices, pues, son las costuras de la memoria, un remate imperfecto que nos sana dañándonos. La forma
“Así soy yo, como esa música triste y alegre a un mismo tiempo”. Y te amo en el olor que tiene mi cuerpo de tu cuerpo, en la feliz canción que vuelve y vuelve y vuelve a mi tristeza. En el día aterido que tú estás respirando no sé dónde.
Por el camino de tu lengua yo podría llegar hasta la negra Abisinia o cabalgar hasta Bengala o Nankin porque ella es sabia como un viejo maestro que enseña sobre el cielo las rutas de los pálidos cometas
Exacto y cotidiano el cielo se derrama como un oscuro vino, se agazapa a dormir en los zaguanes, endurece los patios, los postigos, enciende las pupilas de los gatos. En las mezquinas calles minuciosos golpean