Canciones de ausencia, de Piedad Bonnett | Poema

    Poema en español
    Canciones de ausencia

    1. Aquí dijiste... 



    Aquí díjiste: 
    'son hermosos 
    los ojos húmedos de los caballos'. 
    Y aquí: 'me encanta el viento'. 
    Desando yo tus pasos, revivo tus palabras. 
    Y te amo en la baldosa que pisaste, 
    en la mesa de pino 
    que aún guarda la caricia de tu mano, 
    en el estropeado cigarrillo 
    olvidado en el fondo de mi bolso. 
    Recorro cada calle que anduviste 
    y sé 
    que amaste este abedul y esta ventana. 
    Aquí dijiste: 
    'así soy yo, 
    como esa música 
    triste y alegre a un mismo tiempo'. 
    Y te amo 
    en el olor que tiene mi cuerpo de tu cuerpo, 
    en la feliz canción 
    que vuelve y vuelve y vuelve a mi tristeza. 
    En el día aterido 
    que tú estás respirando no sé dónde. 

    En el polvo, en el aire, 
    en esa nube 
    que tú no mirarás, 
    en mi mirada 
    que te calcó y fijó en mi más triste fondo, 
    en tus besos sellados en mis labios, 
    y en mis manos vacías, 
    pues eres hoy vacío 
    y en el vacío te amo. 



    2. Ni los sueños... 
      

    Ni los sueños, donde tu rostro tiene todas las formas de la dicha. 
    ni el sol que tanto amo sobre mi cuerpo desnudo, 
    ni la grata canción del antiguo trovero enamorado, 
    ni el verso de Darío ni el verso de Quevedo, 
    ni esta luna que brilla con brillo de alcancía, 
    ni tu nombre por otros pronunciado, 
    ni el eco de mis pasos en la inmensa catedral solitaria, 
    ni el rosal que yo siembro con mis manos y me sangra los dedos, 
    ni las noches insomnes, 
    ni tu dulce retrato mentiroso, 
    ni el tiempo, -ese falsario de mil rostros- 
    pueden calmar mi pena de no verte. 



    3. Sólo puedo escribir de amor... 



    Sólo puedo escribir de amor. 
    Salgo a la noche 
    respiro su aire tenso, sé que vivo. 
    Con su canto monódico me seducen los grillos. 
    Y es la noche sin ti lo que yo escribo. 
    En el verso me abstraigo. 
    y allí el amor es sangre y meteoro, 
    es la espada que hiere, es sal y madrugada. 
    Breve es y bello y mentiroso, 
    y eterno y falso y dulce y verdadero. 
    Y yo sólo sé hablar de la tormenta 
    que estalla entre tus besos. 
    Ebria y multicolor 
    en anodinas calles la ciudad multiplica 
    mil rostros pianos y una sola mueca, 
    y abre sus tristes puertas a la noche. 
    Todo está allí para que la palabra 
    aprese un llanto, un árbol, la monstruosa 
    soledad de sus calles vocingleras. 
    Y yo tan sólo escribo 
    de la tarde sin ti y de mi tristeza. 



    4. La palabra... 



    La palabra, 
    -esa hechicera- 
    me devuelve la forma de tu pecho, 
    la humedad de tu axila, la sedosa 
    caricia de tu vello. 
    La palabra se hace agua, se hace lágrima, 
    se hace calor, saliva, piel y beso. 
    La palabra, 
    loca fabuladora del deseo. 
    Te exorcisa y a mí vienes volando 
    con las manos vacías. 
    Con tu apenas sonrisa 
    galopas sobre el tiempo. 
    La palabra, 
    la dulce mentirosa, 
    tiende su trampa y yo te recupero. 
    Tinta. 
    Letras de tinta. 
    De tinta la mentira. 
    Palabras, letras, tinta. 
    Y tú tan lejos.