Estoy más triste que un zapato ahogado 
estoy más triste que el polvo bajo los petates 
estoy más triste que el sudor de los enfermos 
estoy triste como un niño de visita 
como una puta desmaquillada 
como el primer autobús al alba 
como los calzoncillos de los notarios 
triste triste triste de sonreír como un bobo desde los rincones 
de ver tallar las cartas en redondo saltándome siempre a mí 
de todo lo que se dicen y se dan y se mordisquean en mis narices 
estoy harto de quedarme con el saludo en la boca 
de salir bien dibujado entre la muchedumbre 
para que me borre siempre el estropajo de su roce 
de no estar nunca en foco para ningunos ojos 
de tener tan desdentada la mirada 
de navegar tras la línea del horizonte 
con mis banderitas cómicamente izadas 
no puedo más de no ser nunca nadie 
de que no me dejen jamás probarme otra careta que la de ninguno 
de no irrumpir de no alterar el oleaje 
de no curvar jamás un tren de ondas 
de no desviar a mis corrales la palabra suelta 
de que nunca me caiga a mí la lotería de un vuelco visceral 
De no poblar ni el más vago sueño ocioso 
De saber que ningún mal pensamiento tendrá ya más mi rostro. 
Estoy hasta aquí de la avaricia de los privilegiados 
de que quieran para ellos solos toda la juventud 
todos los influjos en las cosas del mundo 
todo el favoritismo de la puta alegría 
toda la iniciativa de renuevo y capricho 
de que se apropien sin escrúpulos la plusvalía de calor y encuentros 
todo el capital de risa y de coloquio 
que repartido con justicia 
alcanzaría de sobra para alimentarnos a todos 
a todos los hambrientos de carne de comunión 
y sedientos de vino de comunión 
a todos los que están tristes 
como faldones arrugados que les cuelgan a los otros 
en fin estoy jibosamente desolado 
de haber envejecido sin seguro de vida 
sin seguro de nombre 
sin cavar mi guarida en el espeso ahorro 
de no haber cobrado el billete cuando la vida se asomaba a mirarme 
de haber tirado siempre deudas al cesto sin mirarlas 
y lo que quiero decir es que estoy a fin de cuentas 
terriblemente triste de que no me hayáis perdonado. 
Entre los tibios muslos te palpita 
un negro corazón febril y hendido 
de remoto y sonámbulo latido 
que entre oscuras raíces se suscita; 
Está ya oscurecida la hermosura; 
los árboles desnudos 
se mecen en la sombra, 
y un gran silencio vela suspendido. 
Mis besos lloverán sobre tu boca oceánica 
primero uno a uno como una hilera de gruesas gotas 
anchas gotas dulces cuando empieza la lluvia 
que revientan como claveles de sombra 
luego de pronto todos juntos 
hundiéndose en tu gruta marina 
No volverá 
como el calor que el pan exhala, 
esta mitad ya de tu vida, 
no volverá a entibiarte aquella sangre 
que ya corrió. 
Inhábil como un niño, 
tu jaula mal cerrada sus pájaros dispersa; 
al viento van tus días, 
despedazados aleteos. 
Colección reservada de sonetos votivos
I
Si te busco y te sueño y te persigo, 
y deseo tu cuerpo de tal suerte 
que tan sólo aborrezco ya la muerte 
porque no me podré acostar contigo; 
(Para Luci Fernández de Alba, que se sorprendió) 
 
Dime mujer dónde escondes tu misterio 
mujer agua pesada volumen transparente 
más secreta cuanto más te desnudas 
cuál es la fuerza de tu esplendor inerme 
tu deslumbrante armadura de belleza 
Estoy más triste que un zapato ahogado 
estoy más triste que el polvo bajo los petates 
estoy más triste que el sudor de los enfermos 
estoy triste como un niño de visita 
como una puta desmaquillada 
como el primer autobús al alba