No volverá como el calor que el pan exhala, esta mitad ya de tu vida, no volverá a entibiarte aquella sangre que ya corrió.
Inhábil como un niño, tu jaula mal cerrada sus pájaros dispersa; al viento van tus días, despedazados aleteos.
Lo que ha sido tu vida, sobre la tierra ahora tiene menos peso que la huella de un beso posada en una frente.
O como una palabra (menos aún que un beso); ¿y a quién se la dirás? ¿a quién le confiarás que amaste, odiaste, tuviste un día el tiempo entre tus brazos? El nombre del pasado no quiere decir nada si no es para los labios que lo dicen.
Buscarás en el peso del silencio lo que el presente duramente trenza, y para tener algo entre las manos, no dirás «he vivido», no hablarás esas sílabas que conmueven tan fugitivamente al aire...
Mis besos lloverán sobre tu boca oceánica primero uno a uno como una hilera de gruesas gotas anchas gotas dulces cuando empieza la lluvia que revientan como claveles de sombra luego de pronto todos juntos hundiéndose en tu gruta marina
Dime mujer dónde escondes tu misterio mujer agua pesada volumen transparente más secreta cuanto más te desnudas cuál es la fuerza de tu esplendor inerme tu deslumbrante armadura de belleza
Estoy más triste que un zapato ahogado estoy más triste que el polvo bajo los petates estoy más triste que el sudor de los enfermos estoy triste como un niño de visita como una puta desmaquillada como el primer autobús al alba