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Elegía, de Vicente Aleixandre | Poema

  • Manuel López
  • Poema en español(solapa activa)
Poema en español
Elegía

   I 


No lo sé. Fue sin música. 

Tus grandes ojos azules 
abiertos se quedaron bajo el vacío ignorante, 
cielo de losa oscura, 
masa total que lenta desciende y te aboveda, 
cuerpo tú solo, inmenso, 
único hoy en la Tierra, 
que contigo apretado por los soles escapa. 

Tumba estelar que los espacios ruedas 
con sólo él, con su cuerpo acabado. 
Tierra caliente que con sus solos huesos 
vuelas así, desdeñando a los hombres. 
¡Huye! ¡Escapa! No hay nadie; 
sólo hoy su inmensa pesantez da sentido, 
Tierra, a tu giro por los astros amantes. 
Sólo esa Luna que en la noche aún insiste 
contemplará la montaña de vida. 

Loca, amorosa, en tu seno le llevas, 
Tierra, oh Piedad que, sin mantos, le ofreces. 
Oh soledad de los cielos. Las luces 
sólo su cuerpo funeral hoy alumbran. 



   II 


No, ni una sola mirada de un hombre 
ponga su vidrio sobre el mármol celeste. 
No le toquéis. No podríais. Él supo, 
sólo él supo. Carne sólo para amor. Vida sólo 
por amor. Sí, que los ríos 
apresuren su curso; que el agua 
se haga sangre; que la orilla 
su verdor acumule; que el empuje 
hacia el mar sea hacia ti, cuerpo augusto, 
cuerpo noble de luz que te diste crujiendo 
con amor, como tierra, como roca, cual grito 
de fusión, como rayo repentino que a un pecho 
total único del vivir acertase. 

Nadie, nadie. Ni un hombre. Esas manos 
apretaron día a día su garganta estelar. Sofocaron 
ese caño de luz que a los hombres bañaba. 
Esa gloria rompiente, generosa que un día 
revelara a los hombres su destino; que habló 
como flor, como mar, como pluma, cual astro. 
Sí, esconded la cabeza. Ahora hundidla 
entre tierra, una tumba para el negro pensamiento cavaos, 
y morder entre tierra las manos, las uñas, los dedos 
con que todos ahogasteis su fragante vivir. 



   III 


Nadie gemirá nunca bastante. 
Tu hermoso corazón nacido para amar 
murió, fue muerto, muerto, acabado, cruelmente acuchillado de odio. 
¡Ah!, ¿quién dijo que el hombre ama? 
¿Quién hizo esperar un día amor sobre la Tierra? 
¿Quién dijo que las almas esperan el amor y a su sombra florecen? 
¿Que su melodioso canto existe para los oídos de los hombres? 

Tierra ligera, ¡vuela! 
Vuela tú sola y huye. 

Huye así de los hombres, despeñados, perdidos, 
ciegos restos del odio, catarata de cuerpos 
crueles que tú, bella, desdeñando hoy arrojas. 
Huye hermosa, lograda, 
por el celeste espacio con tu tesoro a solas. 
Su pesantez, el seno de tu vivir sidéreo 
da sentido, y sus bellos miembros lúcidos para siempre 
inmortales sostienes para la luz sin hombres.

Vicente Aleixandre

Vicente Aleixandre nació en Sevilla en 1898. Pasó su infancia en Málaga y vivió casi toda su vida en Madrid, donde estudió Derecho y Comercio. En plena juventud, una enfermedad le obliga a interrumpir sus actividades profesionales. Colaboró en revistas como Revista de Occidente (en 1926), Litoral, Carmen, Verso y Prosa, Mediodía, entre otras. Su primer libro, Ámbito (1928), ya deja ver las señales de su mundo poético: claridad e inmensidad del paisaje, depurada y contenida emoción. Es en Espadas como labios (1932) donde, según Dámaso Alonso, se escuchan ecos de gritos desmesurados, que comienzan a esbozar el translúcido, romántico y unificado mundo de Vicente Aleixandre. Destrucción o el amor (1935), Premio Nacional de Literatura, concreta la "unicidad" de su poesía. Su obra, en definitiva, trata de la vida, el amor y la muerte. Considerado uno de los grandes poetas de la generación del 27, en 1977 obtuvo el Premio Nobel de Literatura. Falleció en Madrid en 1984.

  • Las águilas, de Vicente Aleixandre | Poema

    Vicente Aleixandre

    El mundo encierra la verdad de la vida, 
    aunque la sangre mienta melancólicamente 
    cuando como mar sereno en la tarde 
    siente arriba el batir de las águilas libres. 

  • El poeta se acuerda de su vida, de Vicente Aleixandre | Poema

    Vicente Aleixandre

    Perdonadme: he dormido. 
    Y dormir no es vivir. Paz a los hombres. 
    Vivir no es suspirar o presentir palabras que aún nos vivan. 
    ¿Vivir en ellas? Las palabras mueren. 
    Bellas son al sonar, mas nunca duran. 
    Así esta noche clara. Ayer cuando la aurora 

  • ¿Para quién escribo?, me preguntaba el cronista, de Vicente Aleixandre | Poema

    Vicente Aleixandre

       I 

  • Mentira del hombre, de Vicente Aleixandre | Poema

    Vicente Aleixandre

    El hombre enciende su permitida lumbre, 
    su verdad, su mentirosa gloria, 
    enciende sus cristales de vano poderío 
    y alumbra vaga imagen o fantasmas sin luz. 
    El hombre enciende a veces su corazón, y duda. 
    ¿Qué mirar? ¿Hacia dónde? ¿Hacia qué luna estéril? 

  • El último amor, de Vicente Aleixandre | Poema

    Vicente Aleixandre

       I 

  • Soy el destino, de Vicente Aleixandre | Poema

    Vicente Aleixandre

    Sí, te he querido como nunca. 
    ¿Por qué besar tus labios, si se sabe que la muerte está próxima, 
    si se sabe que amar es sólo olvidar la vida, 
    cerrar los ojos a, lo oscuro presente 
    para abrirlos a los radiantes límites de un cuerpo? 

  • Los poetas, de Vicente Aleixandre | Poema

    Vicente Aleixandre

    Alma celeste para amar nacida. 
    Espronceda. 

     
    ¿Los poetas, preguntas? 

  • Canción a una muchacha muerta, de Vicente Aleixandre | Poema

    Vicente Aleixandre

    Díme, díme el secreto de tu corazón virgen, 
    dime el secreto de tu cuerpo bajo tierra, 
    quiero saber por qué ahora eres un agua, 
    esas orillas frescas donde unos pies desnudos se bañan con espuma. 

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