Misterium fascinans, de Antonio Colinas | Poema

    Poema en español
    Misterium fascinans

    viene la noche hasta las piedras, 
    viene la brisa oscura a 
    acariciar el lomo de las piedras, 
    blanda la piedra por el beso 
    con sabor a siglos 

    piedra junto a la piedra van negando 
    el Caos, lo impenetrable, 
    sube un rumor de piedras desde el río 
    y de la nieve escasa va llegando 
    a la mies 
    la voz o la dureza de la piedra, 
    porque la noche como piedra rueda 
    aquí, donde gravita el corazón, 
    y el Cosmos calla a veces 
    para que la palabra se propague 
    como piedra infecunda 

    silencio, nos decimos, escuchemos 
    qué es lo que trae el aire: 
    y un silencio de piedra va y conmueve 
    los ramos de la noche, las zarzas de la noche, 
    los ojos con espanto o con luna del rebaño, 
    un silencio que crece 
    y que materializa en cúpulas y ojivas 
    el sueño de los hombres, 
    trae música el silencio de la piedra, 
    remota orquestación 
    con fiebre va y asciende 
    —¡oh plata que arde al sol de madrugada!— 
    la luz burila limbos en la piedra, 
    teje aves, abejas, hojarascas, 
    reverbera el buen barro 
    como la hoguera humilde, 
    tensos tiemblan los fustes 
    o gira el rosetón con turbulencia de astro 

    se hace y se deshace el tiempo, 
    cada robusto muro, 
    se funden las vidrieras, 
    en su luz cae la luz o cae la escarcha, 
    acaso cae la nieve en los inviernos 
    y van brotando soles del vacío, 
    coronas luminosas de las sombras 

    (para escrutar la vida hay que fundarla 
    y que fundamentarla 
    en un Orbe, 
    ¡oh misterium fascinans
    ya suba el alba como un ángel frío, 
    ya se inflame la tarde en las veletas, 
    ya se bese la noche con el agua, 
    aquí, en la catedral, 
    el Tiempo dormirá en el astrolabio)