Casa en construcción, de Cesare Pavese | Poema

    Poema en español
    Casa en construcción

    Con las cañitas, despareció también la sombra. Ya el sol, al sesgo, 
    atraviesa las arcadas y se descarga por los huecos 
    que serán ventanas. Trabajan un poco los albañiles, 
    tanto cuanto dura la mañana. De vez en cuando se lamentan 
    por el tiempo en que aquí susurraban las cañas 
    y un caminante acalorado podía tirarse sobre el pasto. 

    Los muchachos comienzan a llegar cuando el sol está más alto. 
    No le temen al calor. Los pilares aislados contra el cielo 
    son un campo de juego mejor que los árboles 
    o la calle de siempre. Los ladrillos desnudos 
    se llenan de azul, para cuando los huecos 
    sean cerrados, y para ellos es una dicha mirarse desde abajo 
    la cabeza sobre los recuadros de cielo. Lástima el buen tiempo, 
    porque un chaparrón allá arriba, en aquellos vanos, 
    les gustaría a los muchachos. Sería lavar la casa. 

    Ciertamente anoche -se puede ir- era mejor: 
    el rocío bañaba los ladrillos y, tendidos entre los muros, 
    veían las estrellas. Hasta podían encender 
    un buen fuego, y alguno atacarlos y agarrarse a piedrazos. 
    Una piedra, de noche, puede matar sin ruido. 
    Están, además, las culebras que bajan por los muros 
    y que caen como una piedra, sólo que más blandas. 
    Qué sucede de noche allí adentro, lo sabe solo el viejo, 
    al que se ve por la mañana bajando las colinas. 
    Deja brasas allí adentro y tiene la barba chamuscada 
    por la llama y ya absorbió tanta agua que, como el terreno, 
    no podría cambiar de color. Hacer reír a todos 
    porque dice que los otros se hacen la casa 
    con sudor, y él duerme allí sin sudar. Pero un viejo 
    no debería permanecer en la noche al aire libre. 
    Se entiende de una pareja en un prado: están el hombre y la mujer 
    que se tienen apretados y después vuelven a casa. 
    Pero este viejo no tiene una casa y se mueve a duras penas. 
    Realmente algo le sucede allí adentro, 
    porque todavía a la mañana barbotea para sí. 

    Después de un rato, los albañiles se tiran a la sombra. 
    Es el momento en que el sol ha impregnado cada cosa 
    y cada ladrillo quema las manos al tocarlo. 
    Se ha visto ya una culebra desplomarse, huyendo, 
    en el pozo de cal: es el momento en que el calor 
    enloquece hasta a los animales. Se bebe una vuelta 
    y se ven las colinas todo alrededor, quemadas, 
    tremolar en el sol. Solamente un tonto 
    seguiría trabajando y, de hecho, aquel viejo 
    a esta hora atraviesa las viñas robando zapallos. 
    Pero hay muchachos sobre los andamios, que suben y bajan. 
    Una vez una piedra terminó sobre el cráneo 
    del patrón, y todos interrumpieron el trabajo 
    para llevarlo al torrente y lavarle la cara. 

    Casa in costruzione

    Coi canneti è scomparsa anche l'ombra. Già il sole, di sghembo, 
    attraversa le arcate e si sfoga per i vuoti 
    che saranno finestre: lavorano un po’ i muratori, 
    fin che dura il mattino. Ogni tanto rimpiangono 
    quando qui ci frusciavano ancora le canne, 
    e un passante accaldato poteva gettarsi sull'erba. 

    I ragazzi cominciano a giungere a sole più alto. 
    Non lo temono il caldo. I pilastri isolati del cielo 
    sono un campo di gioco migliore che gli alberi 
    o la solita strada. I mattoni scoperti 
    si riempion d'azzurro, per quando le volte 
    saran chiuse, e ai ragazzi è una gioia vedersi dal fondo 
    sopra il capo i riquadri di cielo. Peccato il sereno, 
    che un rovescio di pioggia lassù da quei vuoti 
    piacerebbe ai ragazzi. Sarebbe un lavare la casa. 

    Certamente stanotte -poterci venire- era meglio: 
    la rugiada bagnava i mattoni e, distesi tra i muri, 
    si vedevan le stelle. Magari potevano accendere 
    un bel fuoco e qualcuno assalirli e pigliarse a sassate. 
    Una pietra di notte può uccidre senza rumore. 
    Poi ci sono le biscie che scendeno i muri 
    e che cadono como una pietra, soltanto piú molli. 

    Cosa accada di notte là dentro, lo sa solo il vecchio 
    che al matino si vede discendere per le colline. 
    Lascia braci di fuoco là dentro e ha la barba strinata 
    dalla vampa e ha già preso tant'acqua, che, como il terreno, 
    non potrebbe cambiare colore. Fa ridere tutti 
    perché dice che gli altri si fanno la casa 
    col sudore e lui senza sudare ci dorme. Ma un vecchio 
    non dovrebbe durare alla notte scoperta. 
    Si capisce una coppia in un prato: c'è l'uomo e la donna 
    che si tengono stretti, e poi tornano a casa. 
    Ma quel vecchio non ha piú una casa e si muove a fatica. 
    Certamente qualcosa gi accade lì dentro, 
    perché ancora al mattino borbotta tra sé. 

    Dopo un po’ i muratori si buttano all'ombra. 
    È il momento che il sole ha investito ogni cosa 
    e un mattone a toccarlo ci scotta le mani. 
    S'è già visto una biscia piombare fuggendo 
    nella pozza di calce: è il momento che il caldo 
    fa impazzire perfino le bestie. Si beve una volta 
    e si vedono le altre colline ogn'intorno, bruciate, 
    tremolare nel sole. Soltanto uno scemo 
    resterebbe al lavoro e difatti quel vecchio 
    a quest'ora traversa le vigne, rubando le zucche. 
    Poi ci sono i ragazzi sui ponti, che salgono e scendeno. 
    Una volta una pietra è finita sul cranio 
    del padrone e hanno tutti interrotto il lavoro 
    per portarlo al torrente e lavargli la faccia.

    Cesare Pavese (1908-1950) nació en Santo Stefano Belbo, un pequeño pueblo del Piamonte. Además de traductor y editor, fue uno de los escritores más destacados de la historia de la literatura italiana. Su carácter introspectivo y solitario marcó toda su obra, muy ligada a los lugares donde creció y caracterizada por un delicado matiz intimista. A causa de su declarado antifascismo fue confinado durante tres años por el régimen de Mussolini en una pequeña población de Calabria, experiencia que lo marcó profundamente bajo el punto de vista humano y literario. Suyas son algunas de las obras más valiosas del siglo XX italiano. Entre ellas: El diablo en las colinas (1948), La luna y las fogatas (1950) o su magnífico diario publicado póstumamente, El oficio de vivir (1952). Se suicidó en Turín con 42 años. 

    • Cada día el silencio del cuarto solitario 
      se cierra sobre el leve derroche de cada gesto 
      como el aire. Cada día la breve ventana 
      se abre inmóvil al aire que calla. La voz 
      ronca y dulce no vuelve en el fresco silencio. 

    • Cada noche supone la liberación. Se contemplan los reflejos 
      del asfalto sobre las avenidas, que se entregan, lucientes, al viento. 
      Cada esporádico transeúnte tiene un rostro, una historia. 
      Mas ya no hay cansancio a esta hora: quien se detenga 

    • Es un placer lanzarse al agua que fluye límpida 
      y fresca de sol: a esta hora no hay nadie. 
      Al rozarlas, las cortezas de los chopos te hacen estremecer 
      mucho más que el agua crepitante de un chapuzón. Bajo el 
      agua todavía está oscuro 

    • Me he encontrado a mí mismo. 
      Reflejado en el espejo 
      infinito, cintilante, 
      estoy, encorvado, envuelto en humo 
      y ni siquiera sé ya 
      si es en verdad una ilusión 
      o soy yo en cambio 
      su imagen vacía. 

    • ¿Aún ríe tu cuerpo con la intensa caricia 
      de la mano o del aire y en ocasiones reencuentra 
      en el aire otros cuerpos? Muchos de ellos retornan 
      con un temblor de la sangre, con una nada. También el cuerpo 
      que se tendió a tu flanco te busca en esta nada. 

    • El hombre solo se levanta cuando el mar está todavía oscuro 
      y las estrellan vacilan. Una tibieza de aliento 
      sube desde la orilla, donde está el lecho del mar, 
      y suaviza la respiración. Esta es la hora en que nada 
      puede suceder. Hasta la pipa, entre los dientes,