A la respiración en la llanura, de Claudio Rodríguez | Poema

    Poema en español
    A la respiración en la llanura

    ¡Dejad de respirar y que os respire 
    la tierra, que os incendie en sus pulmones 
    maravillosos! Mire 
    quien mire, ¿no verá en las estaciones 
    un rastro como de aire que se alienta? 
    Sería natural aquí la muerte. 
    No se tendría en cuenta 
    como la luz, como el espacio. ¡Muerte 
    con sólo respirar! Fuera de día 
    ahora y me quedaría sin sentido 
    en estos campos, y respiraría 
    hondo como estos árboles, sin ruido. 
    Por eso la mañana aún es un vuelo 
    creciente y alto sobre 
    los montes, y un impulso a ras del suelo 
    que antes de que se enfunda y de que cobre 
    forma ya es surco para el nuevo grano. 
    Oh, mi aposento. Qué riego del alma 
    éste con el que doy mi vida y gano 
    tantas vidas hermosas. Tened calma 
    los que me respiráis, hombres y cosas. 
    Soy vuestro. Sois también vosotros míos. 
    Cómo aumentan las rosas 
    su juventud al entregarse. ¡Abríos 
    a todo! El heno estalla en primavera, 
    el pino da salud con su olor fuerte. 
    ¡Qué hostia la del aliento, qué manera 
    de crear, qué taller claro de muerte! 
    No sé cómo he vivido 
    hasta ahora ni en qué cuerpo he sentido 
    pero algo me levanta al día puro, 
    me comunica un corazón inmenso, 
    como el de la meseta, y mi conjuro 
    es el del aire, tenso 
    por la respiración del campo henchida 
    muy cerca de mi alma en el momento 
    en que pongo la vida 
    al voraz paso de cualquier aliento.

    Claudio Rodríguez nació en 1934 en Zamora y en 1951 se trasladó a Madrid, en cuya Universidad Complutense se licenció en Filología Románica. Se dio a conocer con Don de la ebriedad, un libro deslumbrante que en 1953 ganó el Premio Adonais. De 1958 data Conjuros, su segundo libro de poemas. Fue lector de español en Inglaterra durante ocho años, primero en la Universidad de Nottingham y luego en la de Cambridge. Allí escribió Alianza y condena (1965), Premio de la Crítica de aquel año. De vuelta en España, se dedicó a la docencia universitaria, y hasta 1976 no publicó su cuarto poemario, El vuelo de la celebración. Recibió el Premio Nacional de Poesía en 1983 e ingresó en la Real Academia Española en 1987. Merecedor del Premio Príncipe de Asturias y del Premio Reina Sofía, falleció en Madrid en 1999. Su último libro, Casi una leyenda, apareció en 1991.