Israfel, de Edgar Allan Poe | Poema

    Poema en español
    Israfel

    En el Cielo mora un espíritu, 
    cuyas cuerdas del corazón son un laúd; 
    ninguno canta mejor, ni con tal frenesí 
    como el ángel Israfel, 
    y las estrellas vertiginosas, 
    así lo afirma la leyenda, 
    deteniendo sus himnos, 
    escuchan el encantamiento de su voz, 
    todas en silencio. 
    Dudando en lo alto de su meridiano, 
    la luna apasionada se sonroja de amor, 
    mientras, para oírle, el mismo rayo 
    (y con él las veloces Pléyades) 
    se detienen en el cielo. 
    Y dicen que el fervor de Israfel 
    se debe al sortilegio de su lira, 
    al trémulo alambre vivo de sus cuerdas; 
    donde los pensamientos profundos son un deber, 
    donde el Amor es un Dios ya anciano, 
    donde los ojos de las huríes 
    brillan con la adorada belleza de los astros. 
    Tienes razón, Israfel, 
    en despreciar todo canto que no sea apasionado. 
    ¡A ti los laureles, bardo el mejor 
    y el más sabio! 
    ¡Larga y gozosa vida para ti! 
    Los altos éxtasis caen con las ardientes notas, 
    con tu dolor, tu alegría, tu odio, tu amor, 
    el fervor de tu laúd. 
    ¿Qué hay de extraño en que las estrellas 
    eternas permanezcan mudas? 
    Sí, tuyo es el Cielo, 
    pero este es un mundo de dulce amargura, 
    nuestras flores son sólo flores, 
    y la sombra de tu inmensa beatitud 
    es la luz de nuestro sol. 
    Si yo pudiese habitar en el reino de Israfel, 
    y él en donde yo habito, 
    no podría el ángel cantar una melodía terrenal, 
    mientras yo, en cambio, podría lanzar al firmamento 
    un nota más plena que esta triste canción 
    que brota de mi lira.

    Edgar Allan Poe (Boston, 1809- Baltimore, 1849) está considerado como el padre del relato detectivesco moderno y el gran transformador de la narrativa fantástica y de terror, que gracias a sus cuentos pasó de la atmósfera gótica de finales del siglo XVIII a la profundidad psicológica que se le atribuye al género en su edad moderna. Poeta, ensayista, crítico, periodista y narrador superdotado, Poe es conocido universalmente por un conjunto de textos —poemas como El cuervo, su única novela La narración de Arthur Gordon Pym y sus relatos sobrenaturales y de misterio— que supusieron la puerta de entrada de la literatura occidental tanto al simbolismo y el surrealismo como al género pulp. Los dominios de Arnheim es uno de los textos más singulares, a la vez que poco leídos, de este maestro del relato fantástico norteamericano.

    • ¡Ojalá mi joven vida fuese un sueño duradero! 
      Y mi espíritu yaciera hasta que el rayo certero 
      De la eternidad presagiara el nuevo día. 
      ¡Sí! Aunque el largo sueño fuese de agonía 
      Siempre sería mejor que estar despierto 
      Para quien tuvo, desde su nacimiento 

    • Ocurrió una medianoche 
      a mediados de verano; 
      lucían pálidas estrellas 
      tras el potente halo 
      de una luna clara y fría 
      que iluminaba las olas 
      rodeada de planetas, 
      esclavos de su señora. 
      Detuve mi mirada 
      en su sonrisa helada 

    • Valles de sombra y aguas apagadas 
      y bosques como nubes, 
      que ocultan su contorno 
      en un fluir de lágrimas. 
      Allí crecen y menguan unas enormes lunas, 
      una vez y otra vez, a cada instante, 
      en canto que la noche se desliza, 
      y avanzan siempre, inquietas, 

    • Fue hace muchos, muchos años, 
      en un reino junto al mar, 
      que vivió una doncella a quien ustedes quizá conozcan 
      por el nombre de Annabel Lee; 
      esta señorita vivía sin ningún otro pensamiento 
      más que amar y ser amada por mí. 

    • ¡El vaso se hizo trizas! Desapareció su esencia 
      ¡Se fue; se fue! ¡Se fue; se fue! 
      Doblad, doblad campanas, con ecos plañideros, 
      que un alma inmaculada de Estigia en los linderos 
      flotar se ve. 

    • En el Cielo mora un espíritu, 
      cuyas cuerdas del corazón son un laúd; 
      ninguno canta mejor, ni con tal frenesí 
      como el ángel Israfel, 
      y las estrellas vertiginosas, 
      así lo afirma la leyenda, 
      deteniendo sus himnos, 
      escuchan el encantamiento de su voz, 

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