No querrás de veras ser poet(is)a. Primero, si eres mujer, tienes que ser tres veces mejor que cualquiera de los hombres. Segundo, tienes que acostarte con todo el mundo. Y tercero, tienes que haberte muerto. Poeta masculino, en conversación.
Si una mujer quiere ser poeta, debe dormir cerca de la luna a cara abierta; debe caminar a través de sí misma estudiando el paisaje; no debe escribir sus poemas con sangre menstrual.
Si una mujer quiere ser poeta, debe correr hacia atrás en torno al volcán; debe palpar el movimiento a lo largo de sus grietas; no debe conseguir un doctorado en sismografía.
Si una mujer quiere ser poeta, no debe acostarse con manuscritos incircuncisos; no debe escribir odas a sus abortos; no debe hacer caldos de vieja carne de unicornio.
Si una mujer quiere ser poeta, debe leer libros de cocina francesa y legumbres chinas; debe chupar poetas franceses para refrescar su aliento; no debe masturbarse en talleres de poesía.
Si una mujer quiere ser poeta, debe pelar los vellos de sus pupilas; debe escuchar la respiración de hombres durmientes; debe escuchar los espacios entre esa respiración.
Si una mujer quiere ser poeta, no debe escribir sus poemas con pene artificial; debe rezar para que sus hijos sean mujeres; debe perdonar a su padre su esperma más valiente.
Aquí, en el fin del mundo, las flores sangran como si fueran corazones; los corazones exudan una oscuridad parecida a la tinta china donde los poetas mojan sus plumas y escriben.
No querrás de veras ser poet(is)a. Primero, si eres mujer, tienes que ser tres veces mejor que cualquiera de los hombres. Segundo, tienes que acostarte con todo el mundo. Y tercero, tienes que haberte muerto. Poeta masculino, en conversación.
Los hicimos con la imagen de nuestros miedos para llorar en las puertas, en las despedidas- aún las más breves. A rogar por comida en la mesa y para mirarnos con esos ojos enormes dolorosos, y para quedarse a nuestro lado
Envidio a los hombres que pueden anhelar con infinita vaciedad el cuerpo de una mujer, que esperan que su anhelo haga un niño, que su oquedad misma fertilice lo oscuro.