Sé que lloraré cuando te vayas, durante meses, un torrente por los ojos.
Si es pronto, la juventud me aplastará como a una mosca veraniega.
Si es paciente, tu abrazo será cada vez más débil, más inmenso.
II
Por los ojos, como un niño de capricho, incapaz de oponerse a la naturaleza armado sólo con una manzana de noche, temblorosa como un patio de invierno.
Llueve en primavera, sol de invierno cae como hojas, horas como despierto sobre un calendario que penetra como las grietas de un beso sin retorno.
III
Infancia como un pasillo largo de sonrisas y limonero, qué alto está ¡y no mengua!, el niño, y alcanza el vértigo.
Y tú, ancla de sueños.
Sé que lloraré cuando te vayas, durante siglos, porque eres sonrisa, regazo, eres mis páginas
El interés de la deuda soberana no cabe en un poema. La poesía es infantil frente a dos puntos de la prima de riesgo, el descenso de la demanda agregada o la eficiencia de nuevos mecanismos de esperanza.