Todo ha sucedido más rápido
de lo esperado.
La bala atravesó su cabeza
antes incluso
de que la gota de sudor
o lágrima, no se sabe,
impactara
contra el suelo.
Antes incluso
que el barro.
La palabra escrita,
algo más verídica,
trató de llegar a tiempo
pero se le trastabillaron los dedos
entre tanta y tanta tecla
y trasvase de pretéritos
como argumento.
Se quebró la lluvia
antes incluso
que el tejado.
Ojalá hubiera conocido el idioma concreto
pero el gatillo
sólo entiende de silencios
por la espalda.