A un bujarrón, de Francisco de Quevedo | Poema

    Poema en español
    A un bujarrón

    Epitafio 

    Aquí yace Misser de la Florida, 
    y dicen que le hizo buen provecho 
    a Satanás su vida. 
    Ningún coño le vio jamás arrecho. 
    De Herodes fue enemigo, y de sus gentes, 
    no porque degolló los inocentes, 
    mas porque, siendo niños, y tan bellos, 
    los mando degollar, y no jodellos, 
    pues tanto amó los niños, y de suerte 
    (inmenso bujarrón hasta la muerte) 
    que si él en Babilonia se hallara, 
    por los tres niños en el horno entrara. 

    ¡Oh tú, cualquiera cosa que seas, 
    pues por su sepultura te paseas, 
    o niño o sabandija, 
    o perro o lagartija, 
    o mico o gallo o mulo, 
    o sierpe o animal que tengas cosa 
    que de mil leguas se parezca a culo: 
    Guárdate del varón que aquí reposa, 
    que tras un rabo, bujarrón profundo, 
    si le dejan, vendrá del otro mundo! 

    No en tormentos eternos 
    condenaron su alma a los infiernos; 
    mas los infiernos fueron condenados 
    a que tengan su alma y sus pecados. 
    Pero si honrar pretendes su memoria, 
    di que goze de mierda, y no de gloria; 
    y pues tanta lisonja se le hace, 
    di: «Requiescat in culo, mas no in pace.»

    Francisco de Quevedo (Madrid, 1580 - Villanueva de los Infantes, 1645) estudió en las universidades de Alcalá de Henares y Valladolid, ciudad en la que empezó a nacer su fama de gran poeta, para luego continuar su formación y sus trabajos como literato y traductor en Madrid en 1606, de entre los que destaca la primera versión en nuestra lengua de la obra de Anacreonte, encargada por el duque de Osuna. De su mano, participó como secretario de estado en las intrigas entre las repúblicas italianas en 1613, lo que le valió para ingresar como caballero, tres años más tarde, en la Orden de Santiago. Contemporáneo de Lope de Vega o Luis de Góngora, se cuenta, como ellos, entre los más destacados escritores del Siglo de Oro español.