Sé que soy dos veces tonto, por amar, y por decirlo en poesía quejumbrosa. Pero ¿dónde está ese sabio, que no podría ser yo, si ella no me rehusara? Así, como las vías interiores, tortuosas, purgan el agua del mar de la corrosiva sal, pensé que si alejar conseguía mis pesares por la inoportuna rima, los aliviaría. El pesar, cuando al metro se reduce, no puede ser tan agudo pues, si verso se encadena, se somete.
Mas, cuando eso está hecho, alguien, por mostrar su arte y su voz, mi dolor compone y canta, y, mientras a otros deleita, de nuevo el dolor libera, que los versos contenían. Al amor corresponde el tributo del verso, y al dolor, pero no el de aquel que cuando es leído agrada. Ambos por estas canciones se incrementan: pues así son los triunfos de ambos difundidos. Y yo, que dos veces tonto era, paso así a serlo tres, pues son los mejores tontos los que un poco sabios son.
¿Quién no echa una mirada al sol cuando atardece? ¿Quién quita sus ojos del cometa cuando estalla? ¿Quién no presta oídos a una campana cuando por algún hecho tañe? ¿Quién puede desoír esa campana cuya música lo traslada fuera de este mundo?
Loco de remate está quien dice haber estado una hora enamorado, mas no es que amor así de pronto mengüe, sino que puede a diez en menos plazo devorar. ¿Quién me creerá si juro
Muerte, no te enorgullezcas, aunque algunos te hayan llamado poderosa y terrible, no lo eres; porque aquellos a quienes crees poder derribar no mueren, pobre Muerte; y tampoco puedes matarme a mí. El reposo y el sueño, que podrían ser casi tu imagen,
Desearía hablar con el espíritu de algún antiguo amante, muerto antes de que el dios del amor naciera; imposible creer que quien más amara entonces se rebajara a amar a quien lo despreciaba. Pero desde aquella época, el dios
Donde, como una almohada sobre un lecho, una Preñada ribera se erguía para que las violetas reclinen sus cabezas, nos sentamos los dos, cada uno lo mejor del otro.
Sé que soy dos veces tonto, por amar, y por decirlo en poesía quejumbrosa. Pero ¿dónde está ese sabio, que no podría ser yo, si ella no me rehusara? Así, como las vías interiores, tortuosas, purgan el agua del mar de la corrosiva sal,