A Aurelio Menéndez 
 
Yo no sé si te miro 
con amor o con odio 
ni si eres más que tierra 
para mí. 
Pero contigo sólo, 
a muerte, debo 
levantarme y vivir. 
Aquí es tu piel tirante 
sobre el mapa del alma, 
azotada y cruel; 
allí suave, 
rota en ríos de lluvia, 
inclinada hacia el mar. 
Allí paso perdido, 
pie puro que anda el sueño; 
aquí cráneo abrasado 
por el peso de Dios. 
Estoy así mirándote 
con un ojo que apenas 
ha nacido a mirar. 
Porque he venido ayer 
y no sé aún quién eres, 
aunque tal vez no seas 
nada más verdadero 
que esta ardiente pregunta 
que clavo sobre ti. 
Vine cuando la sangre 
aún estaba en las puertas 
y pregunté por qué. 
Yo era hijo de ella 
y tan sólo por eso 
capaz de ser en ti. 
Vine cuando los muertos 
palpitaban aún próximos 
al nivel de la vida 
y pregunté por qué. 
Yacían bajo tierra: 
tú eras su verdad. 
Caía el sol, caía 
inútilmente el pan, 
caía entre la noche 
y la sombra de nadie 
derribada la fe. 
Y sin embargo supe 
que tú estabas allí. 
Apenas, casi a solas, 
entre el aire y la muerte, 
un brote nuevo 
se atrevía a pujar. 
Solo, entre la esperanza 
estéril, la esperanza 
ganada, las palabras 
caídas, las palabras 
como ciegas banderas 
levantadas, un brote 
se atrevía a pujar. 
Oh, cómo en las colinas 
sobreviviente el aire 
se animaba en él. 
Debías protegerlo. 
No lo hicisteis. 
Temblad. 
Porque debió crecer 
para la luz, no para 
la sombra, el odio, para 
la negación. 
La tierra había sido 
removida y arada 
con la sangre de todos. 
Con la sangre. Era 
difícil la alegría; 
necesitábamos 
primero la verdad. 
Hemos venido. Estamos 
solos. Pregunto, 
¿quién tiene tu verdad? 
Tú eres esa pregunta.
Oh patria y patria 
y patria en pie 
de vida, en pie 
sobre la mutilada 
blancura de la nieve, 
¿quién tiene tu verdad?
José Ángel Valente nació en Orense en 1929. Cursó estudios en las Universidades de Santiago de Compostela y Madrid, donde se licenció en Filología Románica. Enseñó algunos años en el Departamento de Español de la Universidad de Oxford, de la que recibió el grado de Master of Arts. Ha publicado los siguientes libros de poesía: A modo de esperanza (1955) (Premio Adonais 1954), Poemas a Lázaro (1960) (Premio de la Crítica), La memoria y los signos (1966), Siete representaciones (1967), Breve son (1968), Presentación y memorial para un monumento (1970), El inocente (1970), Treinta y siete fragmentos (1972), Interior con figuras (1976), Material memoria (1979), Mandorla (1982), El fulgor (1984), Al dios del lugar (1989), No amanece el cantor (1992) (Premio Nacional de Poesía) y Nadie (1996). Su obra poética en gallego se reúne en Cántigas de alén (1996). Reunió parte de sus ensayos en el volumen Las palabras de la tribu (1971). Es autor asimismo de un ensayo sobre Miguel de Molinos, que precede a una edición de escritos de dicho tratadista (1974) y del volumen de textos narrativos y poéticos en prosa El fin de la edad de plata (Seix Barral, 1973). Ha obtenido el Premio Príncipe de Asturias de las Letras en 1988 y el Premio Reina Sofía de Poesía Iberoamericana en 1998.