Si después de morir nos levantamos,
si después de morir
vengo hacia ti como venía antes
y hay algo en mí que tú no reconoces
porque no soy el mismo,
qué dolor el morir, saber que nunca
alcanzaré los bordes
del ser que fuiste para mí tan dentro
de mí mismo,
si tú eras yo y entero me invadías
por qué tan ciego ahora esta frontera,
tan aciago este muro de palabras
súbitamente heladas
cuando más te requiero,
te digo ven y a veces
todavía me miras con ternura
nacida sólo del recuerdo.
Qué dolor el morir, llegar a ti, besarte
desesperadamente
y sentir que el espejo
no refleja mi rostro
ni sientes tú,
a quien tanto he amado,
mi anhelante impresencia.