A orillas del East River, de José Hierro | Poema

    Poema en español
    A orillas del East River

    En esta encrucijada, 
    flagelada por vientos de dos ríos 
    que despeinan la calle y la avenida, 
    pisoteada su negrura por gaviotas de luz, 
    descienden las palabras a mi mano, 
    picotean los granos de rocío, 
    buscan entre mis dedos las migajas de lágrimas. 

    Siempre aspiré a que mis palabras, 
    las que llevo al papel, 
    continuasen llorando 
    —de pena, de felicidad, de desesperanza, 
    al fin, todo es lo mismo—, 
    porque yo las había llorado antes; 
    antes de que desembocasen en el papel blanquísimo, 
    en el papel deshabitado, que es el morir. 
    Dejarían en él los ecos asordados, empañados, 
    de lo que tuvo vida. 
    Alguien advertiría la humedad de las lágrimas, 
    lloraría por seres que jamás conoció, 
    que acaso no es posible que existieran 
    aunque estuvieron vivos 
    en el recuerdo o en la imaginación. 
    Lloraríamos todos por los desconocidos, 
    los —para mí —difuminados 
    en la magia del tiempo. 

    Contra las estructuras 
    de metal y de vidrio nocturno 
    rebotan las palabras aún sin forma, 
    consagradas en el torbellino helado, 
    y no me hacen llorar. 
    Yo ya no sé llorar. ¡Y mira que he llorado! 

    II 

    Yo ya no lloro, 
    excepto por aquello que algún día 
    me hizo llorar: 
    los aviones que proclamaban 
    que todo había terminado; 
    la estación amarilla diluida en la noche 
    en la que coincidían, tan sólo unos instantes, 
    el tren que partía hacia el norte 
    y el que partía hacia el oeste 
    y jamás volverían a encontrarse; 
    y la voz de Juan Rulfo: «diles que no me maten»; 
    y la malagueña canaria; 
    y la niña mendiga de Lisboa 
    que me pidió un «besiño». 

    Yo ya no lloro. 
    Ni siquiera cuando recuerdo 
    lo que aún me queda por llorar. 

    José Hierro nació en Madrid en 1922 y en la misma ciudad murió el 21 de diciembre de 2002, aunque se consideraba santanderino de adopción y fuera titulado como Hijo adoptivo y Poeta de Cantabria. En su obra, tan rica en matices rítmicos como en empaque conceptual, se han fraguado las tendencias más válidas de la poesía española de posguerra. Sus primeros versos aparecieron en distintas publicaciones del frente republicano. Acabada la guerra civil padeció cuatro años de cárcel, y esta experiencia lo marcó para siempre. Hierro ha conseguido los galardones más relevantes de la literatura española: Premio de la Crítica en tres ocasiones, Premio Nacional en dos, el Príncipe de Asturias (1981), el Premio Pablo Iglesias (1986), el Nacional de las Letras Españolas (1990), el Premio Reina Sofía de Poesía Hispanoamericana (1995) y el Cervantes (1998). También fue elegido académico de la Real Academia Española (1990), cuyo discurso de ingreso sobre Juan Ramón Jiménez no llegó a pronunciar. 

    • Perdóname. No volverá a ocurrir. 
      Ahora quisiera 
      meditar, recogerme, olvidar: ser 
      hoja de olvido y soledad. 
      Hubiera sido necesario el viento 
      que esparce las escamas del otoño 
      con rumor y color. 
      Hubiera sido necesario el viento. 

    • Canta, me dices. Y yo canto. 
      ¿Cómo callar? Mi boca es tuya. 
      Rompo contento mis amarras, 
      dejo que el mundo se me funda. 
      Sueña, me dices. Y yo sueño. 
      ¡Ojalá no soñara nunca! 
      No recordarte, no mirarte, 
      no nadar por aguas profundas, 

    • Cuando salí de ti, a mí mismo 
      me prometí que volvería. 
      Y he vuelto. Quiebro con mis piernas 
      tu serena cristalería. 
      Es como ahondar en los principios, 
      como embriagarse con la vida, 
      como sentir crecer muy hondo 
      un árbol de hojas amarillas 

    • (A Paula Romero) 
       
      Después de todo, todo ha sido nada, 
      a pesar de que un día lo fue todo. 
      Después de nada, o después de todo 
      supe que todo no era más que nada. 

    • Manuel del Río, natural 
      de España, ha fallecido el sábado 
      once de mayo, a consecuencia 
      de un accidente. Su cadáver 
      está tendido en D′Agostino 
      Funeral Home. Haskell. New Jersey. 
      Se dirá una misa cantada 
      a las nueve treinta, en St. Francis. 

    banner cuadrado de Audible
    banner horizontal de Audible